Cuba: el gran desestabilizador de América Latina
A río revuelto, ganancia de pescadores, y eso lo sabe muy bien el régimen castrista de La Habana...
A río revuelto, ganancia de pescadores, y eso lo sabe muy bien el régimen castrista de La Habana. En estos tiempos de incertidumbre y de grandes movimientos sociales, resulta muy conveniente abanicar el fuego del descontento social hacia la dirección deseada y desde 1961 los cubanos han convertido la desestabilización y la subversión en un refinado arte.
Todo con tal de obtener la mayor cantidad posible de regímenes favorables para poder seguir manteniendo su ineficiente y hematófago experimento. Desde los años 60, la aventura intervencionista cubana pasó desde lugares tan exóticos como Sudán, Etiopía, Angola, Congo, Zimbabwe hasta otros más cercanos como Bolivia, Venezuela (en los 70, lo de ahora es otra historia), Nicaragua y el tristísimo caso de El Salvador.
En este último, el papel de Fidel Castro en el establecimiento de la guerrilla del FMLN ocasionó una cruenta guerra civil que enfrentó a salvadoreños entre sí dejando un río de sangre. Ese y muchos casos más fueron impulsados desde Cuba. Resulta impactante ver a los colombianos debatiéndose en conflictos internos por su criminal narcoguerrilla de las FARC mientras éstos tienen un paraíso de escape y durante años de entrenamiento en Cuba.
Ya pingües beneficios obtuvieron la familia real de los Castros de la firma de los acuerdos de La Habana entre la narcoguerrilla y el gobierno colombiano. Inexplicablemente, luego de la firma de los mismos, los arruinados cubanos tuvieron dinero suficiente para pagarle el pago parcial al Club de París de la descomunal deuda (al mejor estilo neoliberal, dirían unos amigos míos) que adquirieron con la banca europea.
Y así van, pícaros y malcriados, los cubanitos por toda nuestra regada América Latina haciendo y deshaciendo con una bandera roja y exprimiendo lágrimas en los ojos de los engañados que no saben que la mitad de los “colaboradores” y “médicos” que mandan son agentes de la “Gestapo” caribeña. Y así, con la inocencia de los venezolanos se adueñaron de Venezuela y penetraron todo su ejército.
Hoy los altos mandos del ejército venezolano se encuentran vigilados y maniatados por los agentes cubanos en una especie de invasión silenciosa, y ahí no para; los medios de comunicación también, la seguridad interna y los métodos represivos son todos dictados y diseñados en La Habana.
Mientras tanto, el régimen de Maduro se sostiene en un limbo de ilegalidad gracias a las fraudulentas elecciones cuyo sistema de conteo y voto fue diseñado en la oscura UCI (Universidad de Ciencias de la Informática) de Cuba. Con el mismo método se metieron hasta la cocina en Bolivia donde, tras la reciente deposición del fraudulento (sí, fraudulento) Evo Morales, se dedicaron a instigar la desestabilización del país mediante atentados a recursos nacionales y bloqueos. Por suerte el atribulado gobierno de transición está expulsando a estos “colaboradores internacionales desinteresados” de vuelta a su cubil.
La invasión sigue su curso, ahora el colmillo de los hambreados cubanos trata desesperadamente de clavarse donde sea. Chile está siendo objeto de acciones desestabilizadoras mediante agentes directos en las inexplicables manifestaciones recientes (sí, inexplicables, tomando en cuenta que se trata del país con la economía más pujante al sur del Río Bravo) y Colombia con su crisis política actual es el terreno perfecto para buscar una nueva víctima.
Miles de bots y de cuentas de correo e Instagram falsas creadas desde la UCI se dedican a inflamar constantemente las redes sociales al mejor estilo de la escuela rusa de Putin para garantizar la mayor desestabilización posible.
El tema es simple: la economía cubana no funciona en lo más mínimo, el país importa más el 80% de lo que consume, lo que lo convierte de facto en el país más pobre del hemisferio. Sólo sobrevive gracias a las dádivas, lo que envían los cubanos que viven en su odiado Estados Unidos y a lo que logra sangrar de naciones como la moribunda Venezuela o de quien se deje. No nos engañemos, somos los siguientes. Ya están aquí agazapados, esperando.