Los nuevos fanatismos

Es políticamente incorrecto enfrentarlos, incluso mencionar alguna discrepancia es motivo de miradas...

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Es políticamente incorrecto enfrentarlos, incluso mencionar alguna discrepancia es motivo de miradas de soslayo en cualquier evento social. Lejos de burlas o de memes, los nuevos fanatismos: el ambientalismo, el feminismo y el animalismo están lentamente desvirtuando los verdaderos sentidos de estos movimientos que tan esenciales son para la humanidad.

La cara hosca y la boca teatralmente retorcida de Greta Thunberg ante cualquier cosa es algo que encierra en sí un gran peligro. El ambientalismo a ultranza puede a la larga terminar siendo ostensiblemente dañino para la humanidad. Da pena ver a una niña guiada en gran medida por sus padres culpara a los adultos de su infelicidad y de su infancia arruinada mientras cuenta con el mejor sistema de asistencia social del mundo y un nivel de vida que a muchos niños de África se le haría impactante. La triste niña Thunberg olvida que su bienestar y la riqueza que garantiza su extrema libertada es también el resultado de la explotación inteligente de los hidrocarburos por las naciones nórdicas (luego de implementar en los 50 la misma reforma energética que la 4T ha minado en México, pero eso es otra historia y quedan aún cinco años).

Y como siempre sucede hasta en las películas, surge una especie de secta movida por un impulso irracional que mueve muchedumbres tras una especie de mesías. El mesías maneja sus hordas con total devoción y no es nunca cuestionado. Tarde o temprano acaba rodeado de un aura de misterio y misticismo que termina por corromperlo. Ya la niña Thunberg se mueve con un séquito de psicofantes y guardaespaldas mientras gime por su infeliz infancia en Suecia rodeada de confort y seguridad social y protesta frente a uno de los parlamentos más vigilados por su propio pueblo de la tierra por el futuro.

No soy un violador, no conozco a nadie que lo sea, y personalmente ver una aglomeración de mujeres en una plaza con un antifaz gritándome que el violador soy yo me estremece. Creo que la opresión de la mujer ha sido uno de los más vergonzosos flagelos de la humanidad y personalmente he visto infinidad de casos de machismo, pero cada día que pasa las parejas son más igualitarias como resultado de la evolución natural del pensamiento humano que deja detrás a ideas o arquetipos arcaicos.

En el caso del feminismo extremo o “feminazis” como se les conoce popularmente han protagonizado desmanes y agresiones al por mayor. Una vez más un movimiento tan hermoso y justo como el de la igualdad de género se tuerce en una especie de religión que se mezcla peligrosamente con movimientos políticos y con tendencias anarquistas.

Resulta desconcertante que este movimiento en especial que surgió precisamente en la ya muy islamizada Europa no vuelque al menos algo de su ímpetu en las constantes violaciones a los derechos de la mujer por los musulmanes extremistas. Es más, estoy convencido que muchas de las participantes de las marchas feministas en Europa con gritos aterrorizantes a ritmo de marcha militar han vacacionado felices en Marruecos o en Dubái donde las mujeres están completamente cosificadas. En lugar de hacer desmanes o destruir monumentos de machistas históricos e ignorantes deberían hacer un boicot contra todo lo que suene a extremismo islámico y apoyar los movimientos que quieren extirpar esa medieval forma de ver la vida de Occidente.

La humanidad necesita del feminismo, el ecologismo y la protección a los animales a toda hora, en todas partes.

Las mujeres siguen siendo menos remuneradas que los hombres en todo el orbe, el calentamiento global es una realidad y los animales sufren igual que nosotros.

La visión de un hombre amo de casa y una mujer proveedora es algo que aún causa extrañeza en especial en el mundo ibero-hispánico y resulta impactante que naciones donde la mujer es el eje de la vida como las nuestras tengan el menos porcentaje del mundo occidental de mujeres en posiciones de liderazgo.

Por eso resulta una pena que los movimientos que impulsan esas, que son las tendencias más magníficas de la especie humana desde la declaración de derechos del hombre, se desvirtúen en un enredo de violencia e intolerancia.

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