Maestro de música

Existen profesores que por su manera de enseñanza y trato dejan una huella en la vida de sus alumnos.

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Puede existir alguien muy bueno como pianista o violinista, pero a la hora de transmitir el conocimiento, les falla y acaban matando la habilidad que pudiera existir en el alumno. 

Existen profesores que por su manera de enseñanza y trato dejan una huella en la vida de sus alumnos, ya sea negativa o positiva. Quiero enfocarme en las cualidades positivas que un profesor de música debe tener para ser un profesor completo. 

También quiero dejar claro que esto no deja de ser algo muy personal. Un maestro de música tiene que ser creativo para explicar.

Cada alumno es distinto y aprende de manera diferente. Por ello la creatividad hace que el resultado sea más productivo. 

La música es un proceso muy lento, por lo cual, se debe tener una clase divertida o muy divertida para mantener la atención del alumno sin entrar en aburrimiento. 

Un maestro entusiasta que los haga disfrutar sus logros y esforzarse para conseguirlos, ya que en ocasiones el alumno podrá sentir frustración, y es normal. 

También el maestro deberá tener claro cuáles son las aptitudes que sus alumnos deben alcanzar.

Y eso significa montar y escoger las piezas correctas, tomando en cuenta el nivel y habilidades del alumno, para que éste vaya alcanzando sus metas poco a poco. 

Y una bendición será el encontrar un maestro de música organizado con sus clases, en todos los sentidos. Obvio, necesita tener un amor genuino por la música, y eso hará que se convierta en una gran fuente de inspiración para sus alumnos. 

Así que ser maestro de música es ser un maestro diferente, con una gran sensibilidad y el cómplice de esas batallas que el instrumento nos obliga a pelear. 

La abuela decía que sí existía la fórmula para tocar un instrumento a la perfección, y eso era tener el método correcto y dedicarle muchas horas al empeño. No hay de otra. 

Y si analizamos las palabras de la abuela, nos daremos cuenta que esto sirve no solo para tocar un instrumento, sino para cualquier empeño que uno inicie.

Recuerdo que me ponía a estudiar toda la semana el órgano, para que mi tío (era mi maestro), se entusiasmara en ponerme algo más.

Eso era mi mayor motivación y, por ende, la música se convirtió en algo fascinante; pero gracias a mi gran maestro esto fue posible. Hasta la próxima semana.

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