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Aún recuerdo la primera vez que vi a una banda en vivo. Era domingo y acompañé a mi tío Memo como era muy seguido, a pasar un domingo juntos. Nos dirigimos hacia Chapultepec y, después de estacionarnos, caminamos mucho hasta llegar a una subida que nos llevó directamente al castillo de Chapultepec. Cuando llegamos a la explanada del castillo, miré que había sillas montadas y algunos músicos sentados detrás de sus atriles. Saludé a algunos músicos que, aunque no me acordaba de ellos, ellos me saludaron con mucha familiaridad. Y fue entonces cuando mi tío me pidió que me sentara donde yo quisiera. Me senté hasta adelante mientras vi que mi tío se sentaba junto a Chapito (q.e.p.d), quien era compañero de atril de mi tío. Después de un rato subió al pódium un director con su batuta y, después de unos ademanes, la banda empezó a sonar. Que sensación tan increíble. Un sonido que, a pesar de tener mucha potencia, no era estridente ni mucho menos. Tampoco recuerdo qué pieza era, pero fue sumamente enriquecedor ver y escuchar lo que pasaba con la música. No pasó mucho tiempo que empecé a vivir ensayos en vivo tanto de la banda como de la orquesta y después ver a mi tío dirigir la banda y estoy seguro que de ahí nació el sueño de dirigir una agrupación de músicos tan grande y tan importante. Ahora que ya dirijo y que estoy donde quería, deseo de manera vehemente el poder tener conciertos con público en vivo. Y me refiero a la capacidad de los teatros sin restricciones, sin ocupación mínima. Siempre he dicho que los artistas no vivimos del aplauso como se dice por ahí, sino del cheque por nuestra actuación; pero el público es más que importante a la hora de nuestra presentación. El actuar sin público es mortal. No hay aplausos en vivo y la dinámica es muy diferente. Hemos creado una manera de hacer los conciertos en streaming en donde la gente que nos está viendo y escuchando en las plataformas digitales tenga una interacción mayor con nosotros. No ha faltado la opinión ortodoxa que no está de acuerdo y que nos ha criticado la falta del protocolo acostumbrado en los conciertos. Pero la vida cambió y nosotros debemos de cambiar con ella y seguir evolucionando. No esta mal el formato y es divertido, pero nunca será igual la comunicación público-artista en el mismo recinto. Hasta la próxima semana.

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