No seas charco
¿Amor?... es el amor el que mueve al universo entero, Dante Alighieri.
"Era una vez una gota de agua que sintió el llamado del mar, y hacia el mar se fue apresurada y transparente.
Se fue por el cauce de un riachuelo, iba en su camino cantando. Todo lo alegraba con su presencia: las riberas florecían a su paso, los bosques reverdecían, las aves cantaban. Y hacia el mar corría alegre y cantadora.
Un día se cansó en su recorrido por el cauce estrecho del arroyo. Al saltar sobre la presa de una hacienda, vio en el horizonte la tierra y quiso quedarse allí. Aprovechando el desagüe de una acequia, se salió del camino y se estacionó.
Pensó que así se cansaría menos, sin embargo, inesperadamente se sintió prisionera de la tierra, quedó convertida en un charco sucio, maloliente, tibio: repugnantes animalillos crecieron en su seno y el sol dejó de reflejarse en él.
Una tarde pasó un peregrino; se detuvo ante el charco y, exclamó: “¡Pobre agua! ¡Iba para el mar y te quedaste en charco!”. Le dio pena, se inclinó hacia ella, la tomó en el cuenco de su mano y volviéndola al riachuelo decía: “¡Pobre gota! ¡Recobra tu vocación de mar!”.
Y la gota de agua volvió de nuevo a correr alegremente, camino hacia el mar".
Este cuento, que desconozco su autor; viene a colación ahora durante este inicio de año. Lo mismo nos sucede en la vida. Esta es la historia de muchos, que iniciamos con buenos propósitos el año, y nos vamos estancando en diferentes charcos de la vida. Vamos buscando a Dios, pensando que lo podemos encontrar como si fuéramos al supermercado, escoger lo que conviene y lo que no lo desecho. Buscando comprar por colores, marcas y cosas que nos agraden.
A veces nos quedamos en ese charco por cansancio de continuar, o pensando que lo mejor es esto o aquello, quedándonos sin buscar en los lugares donde realmente se encuentra.
En la vida nos topamos con muchísimos charcos, que son pequeños dioses: como botón de muestra: alcohol, cigarro, drogas, internet..., otros charcos como la pereza, las vanidades, la superficialidad, las adicciones, el egoísmo, el poder, la lujuria, la lista sería interminable; y siempre podemos salir de ese charco.
Nos podemos pasar la vida saltando de charco en charco, pensando que ese sí nos va a traer la paz, nos va a dar la felicidad. Pero los charcos nos estancan en la vida, nos acaban convirtiendo en prisioneros de las pasiones desenfrenadas, modas exageradas, la indiferencia con el otro.
Y así pasamos la vida, haciéndonos rehenes de las pasiones, del egoísmo, de la frialdad, del consumismo, de adicciones a redes sociales, de la idolatría... Vamos por la vida sin ningún sentido, para encontrarnos al final del camino, totalmente vaciados del sentido de la vida, perdiendo lo esencial.
El peregrino que pasa a ayudarnos es un amigo, un maestro, un familiar, un buen libro con algún consejo, es Dios que busca que regresemos al camino que da su amor, que busca tu felicidad, que quiere ayudarnos a encontrar el verdadero Camino, Verdad y Vida. Dejarnos llevar por Él. Este divino peregrino se ha detenido ante nuestra inactividad, ante nuestra indiferencia hacia Él, para que nos acordemos que Él está aquí, y nos ama.
Él quiere que conozcamos su amor misericordioso, para poderse sumergir en su inmenso amor que sólo Él puede dar. Este año nuevo busquemos realmente a Dios, pudiendo levantar la mirada y no quedarnos encerrados en nosotros mismos; solo así encontraremos el verdadero Amor de Dios, que siempre está esperando para que nosotros recibamos sus bendiciones.