Dos elementos para entender por qué es una masacre la nueva regla de origen para la industria automotriz mexicana dentro del Tratado Comercial entre México y Estados Unidos, al que se pretende incluir a Canadá durante esta semana.

Una: el requerimiento de que 40 y 45 por ciento del valor agregado de los vehículos esté fabricado por mano de obra que gane al menos 16 dólares por hora (alrededor de 300 pesos) duplica los niveles actuales de 150 pesos. Los costos de mano de obra, pues, encarecen los automóviles.

Dos: igual impacto tendrá cumplir con las reglas de origen que se modificaron de un contenido nacional de 62.5 a un 75 por ciento. HR Ratings destacó que estas condiciones afectarán las exportaciones automotrices mexicanas a Estados Unidos, ya que un 32 por ciento no podrá cumplir con estas reglas y tendrán que pagar un arancel de 2.5 por ciento por Nación Más Favorecida, el monto más alto que Estados Unidos puede cobrar por los compromisos alcanzados en la Organización Mundial de Comercio.

Es muy simple, los vehículos subirán de precio aquí y allá.

Otro aspecto importante del acuerdo comercial bilateral es que las relaciones entre los gobiernos de Canadá y Estados Unidos se deterioraron, y que para el primer ministro Justin Trudeau será muy costoso políticamente ceder en la resolución de controversias (capítulo 19) y en preservar su sistema de comercio controlado por productos lácteos.

El presidente Donald Trump cuenta con otra carta de presión: implementar tarifas de la sección 232 para automóviles canadienses. Si lo hace no habrá acuerdo con Canadá.

Todo parece indicar que México se alineó a las reglas de origen de Estados Unidos para flexibilizar la postura de la Casa Blanca respecto a la controversial cláusula de caducidad con su extensión a 16 años y la opción de revisión al sexto.

Se necesita la participación de Canadá para mantener el estatus de comercio trilateral y para que el acuerdo bilateral (esquema preferido de la Casa Blanca) no sea el que reemplace al TLC. México cedió posturas; Canadá quién sabe.

Por eso muchos analistas tienen reservas sobre la posibilidad de que Canadá, aún con voluntad política, cierre la negociación en los próximos días y se mantenga el comercio trilateral.