El aroma a dictadura de AMLO
La cadena de eventos explicad con la lentitud de un diagnóstico oncológico es escalofriante.
Recuerdo un filme de esos apocalípticos donde Morgan Freeman interpretando al presidente de Estados Unidos describe fríamente dónde impactará un meteorito y los efectos subsecuentes hasta el fin de los alimentos y de la especie humana.
La cadena de eventos explicad con la lentitud de un diagnóstico oncológico es escalofriante. Así veo las últimas declaraciones de propuestas de leyes que Andrés Manuel López Obrador quiere llevar a cabo en cuanto suba al poder. Como un libro gastado de normas y procedimientos burdo, las tácticas del emperador Castro I en Cuba y Hugo Chávez en Venezuela las ha ido nombrando para, en mi criterio, ir instaurando lenta pero seguramente la perpetuidad de su balbuceante discurso.
Primero, su propuesta de “consultas” cada tres años para si permanece en el poder, no hay que leer entre líneas: ¿Cuáles consultas? En todo caso será sólo una, a menos que la segunda a los seis años ya no sea elección presidencial y la disfrace de consulta para permanecer en el poder. Las consultas se transformarán en enfrentamientos de clases y las disfrazará de la súplica de un infeliz anciano lleno de buenas intenciones ante una nata de burgueses reaccionarios.
Instituirá los delitos electorales como graves (sin derecho a fianza), por ende cualquier opositor con ser procesado por “delitos electorales” podrá ser encarcelado y convenientemente puesto fuera de circulación. Liberará las consultas populares y las llevará a cabo para temas estratégicos como leyes electorales y reelecciones. Con consultas interelecciones es como se han perpetuado dictaduras. Desafortunadamente hará lo que guste con la Constitución porque le hemos dado el poder de hacerlo con los congresos estatales, la mayoría senatorial y la parlamentaria.
Así irá lentamente adueñándose de todo el aparato gubernamental y de sus leyes para permanecer en el poder el mayor tiempo posible. Tiene completamente bajo su control la posibilidad de cambiar la constitución, de nombrar fiscales, de manipular la corte suprema, de dictar tendencias de bancadas parlamentarias y de derogar o mutilar proyectos y reformas. Nunca en la historia de la democracia mexicana alguien será tan poderoso.
Tener poder no tiene nada de malo si estamos hablando de éticos o demócratas, pero ¿En serio podemos confiar que no lo haga? ¿Cómo confiar si a punto de tomar el poder se para delante de la prensa a decir incongruencias y mentiras como que va a ahorrar vendiendo el avión presidencial cuando el viejo gastaba 30% más de combustible y cuesta el doble mantenerlo? Sabe qué decir para despertar la ira y las pasiones, pero un cargo presidencial no es para arengar sino para conciliar. Ojalá todo lo que me asusta esté en mi mente pero no habido una sola vez en la historia que el río no traiga piedras cuando suena y este suena tanto que ensordece. Te tengo miedo Andrés, te tengo miedo y mucho.