La enseñanza de historia reciente como vacuna social
Resulta notoria la ignorancia de las nuevas generaciones sobre historias muy recientes de su entorno.
Resulta notoria la ignorancia de las nuevas generaciones sobre historias muy recientes de su entorno. Se prioriza en los modelos educativos la enseñanza sobre acontecimientos de 150 años o más mientras que los sucesos en los últimos cien años son relegados muchas veces al nivel de noticias viejas. Sin embargo, dada la velocidad con que se muta la sociedad y los puntos de vista gracias a la tecnología, la historia se vuelve antigua con apenas 30 o 40 años.
Muchos jóvenes de preparatoria e incluso de la universidad no tienen ya noción tangible de eventos tan traumáticos como la II Guerra Mundial, la caída del Muro de Berlín, la Guerra de Vietnam o, en el caso de México, el nacimiento de la democracia.
Los nuevos votantes el músculo de la sociedad que podrían ser los que ahora cuentan entre 10 y 25 años, tenían a lo sumo siete años cuando nació la democracia mexicana; y dan por sentado que siempre ha sido así y no tienen idea de las convulsiones que vivimos como país apenas hace 18 años.
He ahí el problema, no se tiene como política social enseñanza de la historia reciente y los pueblos se ven envueltos en los mismos errores que la generación anterior luchó por subsanar. Se considera un quinquenio o un decenio como no digno de enseñarse.
Se educan mucho más en la revolución de 1910 que en la del 2000 a pesar de que las entorchas de lucha del zapatismo ya pueden considerarse de otra época mientras que las, aún humeantes, de la lucha del pueblo mexicano ante el monstruo de la dedocracia no se mencionan.
Suceden casos como el de Manuel Bartlett, que cualquier adolescente medianamente informado identifica como el próximo titular de CFE pero no como el arquitecto del fraude que dio doce años más de vida a la dictadura monopartidista del PRI.
El gobierno alemán recientemente tuvo que incorporar en su programa de enseñanza el fin del régimen comunista impuesto por los soviéticos y la reunificación del país. La preocupación social se hizo latente ante la preocupación de que las nuevas generaciones no tenían ni idea de la represión, de las torturas de la Stasi, de la vigilancia del estado y de la falta de libertad, daban por sentado que poder viajar libremente a ver a sus amigos del otro lado de la frontera era cosa de toda la vida.
Ya se empezaban a escuchar reclamos de los jóvenes con una mezcolanza que incluía razonamientos producto del desconocimiento de la totalidad de la historia del Bloque Socialista de Europa del Este ante la mirada aterrada de los que lucharon por darle libertad a sus recién nacidos en los 90.
La frase de que “El pueblo que no aprende de su historia está condenado a repetirla” hace referencia a la historia “antigua” de las naciones, en un contexto que la identidad nacional estaba determinada por su historia centenaria.
Hoy los tiempos han cambiado y la identidad nacional se dibuja y se borra con pulsar varias veces una tecla, el dinamismo de la evolución social nos obliga a acortar los tiempos de “revisión del pasado” o “enseñanza histórica” pues los acontecimientos muy recientes ya son historia antigua. No se nos olvide a los mayores de 35 que no nacimos con internet y la vimos crecer como espuma ante nuestros ojos, envejecemos cada minuto.