Admiración
No quiero tu admiración, no la deseo, nunca la he buscado y espero jamás encontrarla...
No quiero tu admiración, no la deseo, nunca la he buscado y espero jamás encontrarla ni siquiera por sorpresa.
Es cierto, todos a quienes nos fue concedido el don de la paternidad deseamos comportarnos de un modo tal durante nuestra vida, que permita a nuestros hijos decir sin abochornarse: ¡Ése es mi padre!, incluso con un poco, o tal vez mucho de orgullo, dignidad y decoro.
Pero admiración no, cuando se admira a una persona, se le idealiza y se le adjudica una valoración muy positiva gracias a sus sobresalientes cualidades, pero en ocasiones más allá de la realmente merecida. Si admiras a alguien, es posible que, voluntaria o inopinadamente, sus defectos o errores se desdibujen ante ti y no alcances a percibirlos.
Y entonces te fijas en tu interior un modelo en apariencia perfecto, al cual se debe imitar y te propones convertirlo en un objetivo, una meta, un sitio al que, después de haber llegado, ya no tiene más vías por recorrer, más escalones que subir, ni más conocimiento por descubrir o más talentos por desarrollar, sino que es punto final.
Y yo no deseo eso para ti, mi deseo es que no tengas límite, que no te lo impongas tú mismo, y mucho menos te lo impongan otros; que me rebases, que llegues más lejos, que seas más fuerte, que alcances una cumbre más elevada, llegues a un puerto más lejano y conquistes una victoria más emocionante y competitiva que cualquiera que yo hubiera podido alcanzar, y que logres todo eso porque nunca me viste como destino, sino acaso como señal o camino.
Despliega todo el potencial de tu talento, que de ése tienes mucho, no te demores en comenzar a utilizarlo, a demostrarlo, pero sobre todo a ponerlo disponible para el servicio de tus semejantes. Jamás uses a otros como peldaños de una escalera, más bien convócalos, a quien quiera sumarse voluntariamente, para juntos construir una sólida plataforma desde la cual elevar el vuelo hacia la meta que soñaste.
El camino es largo, hazlo divertido, disfruta las caricias del viento contra tu rostro, rodéate de personas alegres y aprende a ser tú quien siembre paz en donde hay discordia. Bebe una buena copa de vino con tus amigos, canta, llora, ríe a carcajadas. Lleva consuelo al amigo que lo necesita, estate atento para tender oportunamente la mano a quien te lo pida. Se agradecido, siempre y sin excepciones, conserva la humildad y practica la caridad en secreto.
Únete a tu pareja cuando la encuentres, prepárense y estén ambos listos para fundar sobre sólidos cimientos una familia, esa pequeña comunidad de amor en la que descubrirás nuevos significados para la palabra felicidad.
Si de algo te sirve lo que yo he hecho, o las pistas que he dejado a lo largo del camino, tómalas, úsalas, pero no me admires hijo mío, no me admires, sólo consérvame en tu recuerdo.