Q. Roo aguanta los otros números

Por fortuna, de la estrepitosa caída de la generación de empleos en mayo con respecto al mismo...

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Por fortuna, de la estrepitosa caída de la generación de empleos en mayo con respecto al mismo periodo del año pasado que reportó para el país el Instituto Mexicano del Seguro Social, habrá que excluir a Quintana Roo, pues nuestro estado sigue punteando, con frecuencia en primer puesto, las cifras de los estados

Cada vez que se trata de un tema económico y los expertos lo contradicen, el presidente Andrés Manuel López Obrador responde “yo tengo otros números” o yo tengo otra información, pero más allá de la desconfianza chovinista de la gente contra las firmas calificadoras internacionales, el Fondo Monetario Internacional y la OCDE, entre otros, el panorama más bien sombrío para México ya ha sido dado a conocer por el Banco de México y ahora por el IMSS, en el tema tan sensible –y fundamental para cualquier economía –como lo es la ocupación laboral.

En nuestro estado el crecimiento del empleo, en el primer trimestre, fue de 5.5 por ciento frente a una tasa media nacional de 3.1, y no dudamos que el desplome del 88 por ciento también vaya a afectar los resultados de Quintana Roo en mayo, pero los datos económicos que se han venido arrojando nos permiten ser bastante optimistas: no se ha detenido la inversión como sí ha sucedido, de maneta también dramática, a nivel país, lo que evidentemente sostiene las cifras de generación de empleos directos y, sobre todo, formales, entre los que por definición no entran los asistenciales y populistas del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que el presidente se queja de que en la debacle aludida no fueron tomados en cuenta.

Estrictamente hablando, no son puestos laborales, sino becas para que los muchachos desocupados estudien en la “Universidad de la Vida”, con ingreso que no bastaría para satisfacer ni siquiera las necesidades de una persona. Hasta el Tren Maya del presidente, que en sí los analistas más serios no ven como un proyecto viable, para Quintana Roo si pudiera serlo, pues con la reconfiguración de su ruta y su posible llegada a Chetumal pudiera hacerse realidad la aspiración de establecer en la capital quintanarroense una terminal para carga aprovechando que avanza el establecimiento del recinto fiscalizado estratégico con el que se pretende impulsar el parque industrial y convertir a la ciudad en un centro manufacturero y logístico regional.

Las máximas buenas nuevas de Andrés López en la semana las encabezó la aprobación del T-MEC en el senado. De verdad, ¿alguien creyó que estaba en riesgo la aprobación en México del tratado comercial de Norteamérica?

El presidente aseguró que la ratificación en la cámara alta traerá carretadas de dinero, pero cualquier inversionista mínimamente enterado sabe que eso no significó nada y que el momento decisivo se dará en Washington, y no es del todo seguro; este fue un acto casi protocolario.

Hoy sabemos que la refinería de Dos Bocas, amén de que su costo real sería mucho mayor a los ocho mil millones de pesos que decretó el gobierno –de esto dio cuenta la licitación a la que fueron convocadas las constructoras con mayor experiencia y conocimientos del mundo, según había establecido el presidente, y quedó desierta–, tendría una vida útil de 20 años, si acaso un terremoto, un huracán o las habituales inundaciones por desbordamiento de ríos no se encargan antes de convertirla en una ruina inservible. La cancelación del aeropuerto de Texcoco pesará todo el sexenio, a lo que no ayudan a remediar los múltiples problemas que se han presentado en torno al proyecto del aeropuerto de Santa Lucía, también considerado inviable por los expertos no solo aeronáuticos, sino económicos.

Quintana Roo sigue aguantando y esperemos que lo haga por siempre, pero de plano el panorama a nivel nacional no es nada halagüeño… salvo en los “otros números” que tiene el presidente.

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