PRD: discúlpese y váyase
Es de un cinismo brutal que el Partido de la Revolución Democrática, que alguna vez formara parte...
Es de un cinismo brutal que el Partido de la Revolución Democrática, que alguna vez formara parte de los llamados “tres grandes”, que recogió los esfuerzos y esperanzas de la izquierda mexicana que se encendieron en 1988 con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato presidencial, y otros insignes fundadores, como Ifigenia Martínez Hernández y Porfirio Muñoz Ledo, esté pidiendo recuentos de votos, como si algo, un sortilegio o hechizo, quizá, lo pudiera salvar de su vergonzosa votación de 1.85 por ciento nacional, que lo condena a la extinción.
El Sol Azteca —mote que habrá de recordarse como el de un partido que rondó la Presidencia de la República, que gobernó entidades federativas y estuvo entre la segunda y la tercera de las fuerzas políticas de México, con trabajos superó la mitad de los votos requeridos para conservar el registro como partido político nacional, que es el tres por ciento de la votación.
La caída del PRD fue lenta y angustiosa, y empezó cuando “fuerzas” espurias poco a poco fueron desplazando a los líderes fundacionales, a los verdaderos militantes de las izquierdas originarias y hasta a las juventudes que nacieron bajo sus siglas. El alejamiento de los primeros perredistas, empezando por el mismo Cárdenas, marcó el principio del fin, que se hizo bastante predecible —aunque no de manera tan vergonzosa— con la llegada a la cúpula de los “Chuchos”, Jesús Zambrano Grijalba y Jesús Ortega Martínez y dos o tres pillastres más, hace tres lustros. El nacimiento del Movimiento de Regeneración Nacional de Andrés Manuel López Obrador significó una brusca caída al siete por ciento de la votación nacional, y de ahí en delante de mal en peor.
Antier el Instituto Nacional Electoral desechó una petición del PRD, que buscaba realizar un tercer conteo de votos de reabrir el cien por ciento de los paquetes electorales para la presidencia, las senadurías y las diputaciones federales, en los cuales el partido, en ninguna de las cuales alcanzó el mínimo que establece la ley como requisito para mantenerse en la escena nacional, pero en la resolución, derivada de la petición del PRD por recontar el cien por ciento de boletas, y no el 68.1 por ciento, como lo hizo el árbitro electoral, el Consejo General del INE consideró que el recuento de votos es una facultad de los consejos distritales, y que el cuerpo colegiado no tiene "competencia y atribuciones" para acceder a la petición del PRD.
Lo acaecido el 2 de junio no es una tragedia para nadie aparte de los propios perredistas y la evidentemente ínfima cantidad de simpatizantes con la que cuentan, pues los votos de la izquierda, que antes acaparaban, emigraron al hegemónico Morena y —en mucha menor proporción— a la “chiquillada” de izquierda y centro izquierda, cuyos integrantes —el Partido del Trabajo, arañando el tres por ciento para conservar el registro, y Movimiento Ciudadano, que sin resultados óptimos lo logró con holgura—, amén de que el Partido Acción Nacional mantuvo a su voto duro y se refrendó en el segundo lugar —al que antaño lo relegaba el PRI y ahora lo hace el partido guinda— que ha tenido siempre, con excepción del año 2000, que con Vicente Fox Quesada alcanzó la presidencia. El Verde Ecologista de México y el susodicho MC se mantienen en la media tabla, pero el primero por su alianza con el Morena y el último por méritos propios.
De Quintana Roo ya platicaremos detalles, pero en general el desempeño de los partidos y coaliciones fue similar, aunque con un mayor apoyo a la Cuarta Transformación: Claudia Sheinbaum promedió a nivel nacional una votación de 59.8 por ciento, mientras que en Quintana Roo alcanzó un apabullante 73 por ciento.
Ayer, la fórmula integrada por Eugenio “Gino” Segura Vázquez y Anahí González Hernández recibió su constancia de mayoría como senadores electos con 67.5 por ciento de los votos, y el boletín que lo informa afirma que fue la dupla de candidatos jóvenes al Senado que recibió más votos en todo el país. No conocemos los criterios seguidos para hacer tal afirmación, pero el Morena —con sus rémoras— fue impresionante en el estado, y todo indica que, incluso en lo local, hubo “carro completo” o algo muy cercano a ello.