Presupuesto de egresos 2024: la cruda después de la borrachera
Lo que se dice es que habrá una reducción en los presupuestos de organismos autónomos para resarcir...
Lo que se dice es que habrá una reducción en los presupuestos de organismos autónomos para resarcir a las universidades del recorte que Hacienda había publicado. No les darán más dinero, pero al menos no les quitarán. Hasta que no se vote en el Pleno, no sabremos si las universidades mantienen el presupuesto del año pasado, al menos en términos nominales. Como sea, llevan ya varios años de escasez presupuestal, como ha ocurrido a casi todas las secretarías y dependencias.
Fuera de eso, parecería que no van a mover nada los diputados, pero hasta no ver, no podemos estar seguros. No hay mucho margen, pero no les ha faltado creatividad a los legisladores para hacer de la Constitución una burla, de forma que algo tan intrascendente como el Presupuesto no está a salvo.
A grandes números, los ingresos del gobierno alcanzan 7.5 billones de pesos, que provienen de impuestos (5 billones), ingresos petroleros (1 billón), empresas y organismos (IMSS, ISSSTE, CFE, 1.2 billones), y todo lo demás (no petroleros, no tributarios, poco más de 300 mil millones de pesos).
El gasto, desafortunadamente, es mucho mayor que los ingresos. Para este 2024, se supone que alcanzaremos 9 billones, y para 2025 serán 9.3 billones. Ese gasto se divide en dos partes, el que se puede programar se va en servicios personales y gasto de operación (1.8 billones); pensiones tradicionales (1.6 billones); pensiones nuevas, becas y otra compra de votos (2 billones) e inversión (un billón). El otro, que se llama no programable, se divide en dos partes casi iguales entre el costo financiero (los intereses por la deuda) y las participaciones a las entidades federativas (el llamado ‘pacto fiscal’). Cada uno de estos rubros se lleva poco más de 1.3 billones de pesos.
Como se puede imaginar, no hay mucho que pueda moverse. La parte que se llama no programable no está en manos de los diputados, aunque quisieran. Las pensiones tradicionales, tampoco. Las nuevas y el resto de compra de votos sí podrían moverse, pero gracias a ese dinero están ahí, así que no lo van a reducir. Quedaría sólo recortar inversión o gasto de operación, pero ambos están ya a un nivel raquítico. Por eso para recuperar algo del presupuesto de universidades tienen que recortar a otras dependencias.
La verdad es que el gobierno tendría que restringirse a los ingresos que puede obtener, los 7.5 billones de pesos, pero eso ya es imposible debido a las obligaciones que ha contraído. Apenas quitando todo lo del ‘gasto social’, que es compra de votos, podría cerrar las cuentas en orden, pero usted puede imaginar la respuesta de los grupos clientelares a una decisión de ese tamaño. La otra opción sería reducir a la mitad la administración pública y eliminar toda inversión: tampoco es posible. En suma: no hay salida.
Por todo esto, de verdad espero que los diputados no muevan mucho las cifras, porque es poco probable que lo hagan de forma correcta. Sin embargo, el Presupuesto para 2025 es una señal clara de que llegamos al límite. Lo confirmaremos en unos meses, y empezarán a decir que necesitamos una reforma fiscal. Con la mitad de la población en informalidad, con el marco jurídico destruido, con la infraestructura en ruinas y buena parte del país en manos de criminales, no es una reforma fiscal lo que necesitamos. Tal vez pensar de nuevo en qué país queremos sea un poco más útil.
Industria registra en octubre su mayor caída en cuatro años
La industria en México mandó otra señal de enfriamiento al caer 3.3 por ciento anual en octubre, la más pronunciada desde septiembre del 2020, y los analistas proyectan un panorama sombrío en los próximos meses ante la incertidumbre en la construcción y la manufactura.
Además, el Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI) del Inegi ligó dos meses con lecturas anuales negativas, algo que no sucedía desde 2021. En su comparación mensual, retrocedió 1.2 por ciento en octubre.
El debilitamiento de la industria se debió a un menor dinamismo en tres de los cuatro sectores que la conforman, principalmente en la construcción, cuya caída fue de 8.9 por ciento anual en octubre, la más profunda desde diciembre del 2020 y además ligó tres meses a la baja.
En obras de ingeniería civil se vio una caída de 32.5 por ciento anual, su sexto mes a la baja, mientras que los trabajos especializados cedieron 11.1 por ciento anual, su quinto mes con contracciones. Y si bien la edificación no se contrajo, sí mostró un estancamiento de 0.0 por ciento anual, con lo que interrumpió una racha de 17 meses con expansión.
De cara al futuro, el debilitamiento de la confianza empresarial y otros indicadores adelantados como el PMI del IMEF sugieren una perspectiva de atonía a corto plazo, que se complica aún más por la persistencia de tasas de interés altas y un cambio en los patrones de consumo interno hacia los servicios”, subrayó Andrés Abadía, economista en jefe para LATAM de Pantheon Macroeconomics.
El economista en jefe de Rankia LATAM, Humberto Calzada, dijo que más que el inicio de una racha negativa, es señal de un estancamiento que puede ser de corto plazo y a la expectativa de cómo será el inicio del gobierno de Donald Trump.
“Hay incertidumbre. De llegar a un acuerdo con Trump será positivo para los sectores, donde la construcción es clave porque además es un rubro procíclico”, dijo Calzada.
Para evitar un mayor enfriamiento, la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) propuso 120 proyectos y algunos han sido planteados al gobierno, como el de vivienda social.
Este año, muy por debajo del boom de 14.7 por ciento del 2023, y en la manufactura el avance fue de 0.4 por ciento, desde 1.8 por ciento del año pasado.
En los servicios básicos el crecimiento fue de 1.9 por ciento anual, revirtiendo la caída de 2.6 por ciento del año previo, y la minería acumula una caída de 4.2 por ciento, su primer dato negativo desde 2020.
“El panorama en la construcción es terrible. Si hay menos obra de ingeniería civil se requiere menos cemento, menos varilla, y le pegas a la manufactura; en la minería si hay menor producción petrolera eso demanda menos insumos por parte de la manufactura”, dijo Gómez.
Calzada ve con un ligero optimismo el 2025, pero también dependen las condiciones de cómo estén los ánimos en la antesala de la revisión del T-MEC “y aunque hay pesimismo interno, por la experiencia se llegará a un acuerdo en el tratado” para el 2026.