Acallando los rumores de una posible ruptura política rumbo al competido 2018, el debilitado Tricolor y el empoderado Partido Verde que gobierna en Quintana Roo a los pujantes municipios de Cancún y Puerto Morelos, han mostrado en los últimos días que los lazos entre ellos están más fuertes que nunca, y que se preparan para enfrentar en un bloque unido a las fuerzas de la alianza PAN-PRD y al desafío moreno.

A pesar de que en algún momento se percibió cierto distanciamiento entre estas fuerzas políticas y que se pensó que los tucanes podrían abandonar a un PRI malherido, todo indica que el Verde se mantendrá al lado del Tricolor, cuya estructura y oficio hacen la diferencia.

En esta semana esos lazos fraternos se dejaron ver con toda claridad, primero con la presencia de la alcaldesa de Puerto Morelos, Laura Fernández Piña, quien acompañó al dirigente estatal del PRI, Raymundo King de la Rosa, en el ungimiento del líder de ese partido en su municipio, Rubén Montoya Mex.

La acción no fue meramente simbólica. La alcaldesa, teñida de Verde desde hace un par de años pero de formación priista, será desde su posición quien encamine las estrategias tanto de su partido como del PRI en ese municipio.

En Cancún, al alcalde Remberto Estrada Barba también se le ha visto muy cercano a Raymundo King y priistas destacados, a pesar de que el Verde mantiene el control de la plaza gracias a su afinada estrategia de posicionamiento con líderes de colonias.

Pero no solo en los municipios priistas y tucanes se rascan las espaldas unos a otros; también lo hacen en el Poder Legislativo, donde sus bancadas trabajan como una sola, sin importar el tema.

La semana pasada el dirigente de la bancada del Verde en el Congreso, José de la Peña Ruiz de Chávez, lanzó al aire la propuesta de su partido para que los alcaldes que busquen la reelección permanezcan en sus cargos, recibiendo un coro de voces priistas haciéndole la segunda.

La simbiosis entre verdes y rojos en Quintana Roo es tan profunda que no se verá afectada por los pleitos fraternales desatados por las ambiciones políticas, aunque el reparto de posiciones deberá ser más equitativo ahora que el partido del tucán gobierna a casi el 50 por ciento de la población, mientras que el PRI no llega ni al 10 por ciento.

Y como familia política, son mucho más funcionales que la dispar coalición del PAN y PRD, donde el canibalismo es un mal crónico.