Rebeldes en la Biblioteca de Unicaribe (Parte 1)
Rara vez voy a la biblioteca de la Universidad. Con lo que me gusta curiosear en libros...
Rara vez voy a la biblioteca de la Universidad. Con lo que me gusta curiosear en libros, hasta sería saludable darme esa excusa para desentumecerme, por un rato, de la jornada frente a la computadora. Pero paso meses sin visitarla. Me he vuelto comodino. Hoy, en la Red, pizcando entre la basura, hay mucho más de lo que podré alcanzar a leer. Encuentro mis temas de interés intencionalmente o por azar, navegando y adiestrándome en el arte de “googlear”; y frecuentemente cedo a la intertextualidad. Por lo demás, no se me da muy bien eso de devolver los libros en una semana.
Pero, el otro día, en buena hora, por menesteres ajenos a la lectura, fui a nuestra biblioteca. Al pasar por el stand de exhibición de las novedades, topé con un libro que me hizo recordar mi época de estudiante de tiempo completo en El Colegio de México. Fue uno de esos flashazos intempestivos, como los que eventualmente suscita un aroma o una melodía que uno guarda en el inconsciente, recónditamente asociados con algún momento de la propia vida. En este caso, se trató del guiño de un título: “The Outsiders”.
Me precipité a abrir el libro, en busca del autor, que no recordaba, y el índice. Nada cuadraba con mi recuerdo. Me bastó adentrarme en unas cuantas líneas del prólogo para darme cuenta de que estaba reviviendo una epifanía con el libro equivocado.
Aquél, ahora he podido reconstruirlo, era la obra del singular sociólogo norteamericano Howard Becker (fallecido en agosto de 2023 a los 95 años). Se llamaba, escuetamente, “Outsiders” (1967). Y su subtítulo insinuaba una crítica a la forma en que la sociología venía tratando la “desviación”. Seguramente me interesó porque a los pocos meses de ingresar al Colmex, mis maestros ya me habían inoculado el virus de la elucubración teórica. Y se comprenderá que a esa edad me resultase seductor un libro que, para estudiar a los “diferentes”, los “marginales”, los “rompe-normas”, los outsiders, reivindicaba metodológicamente darle la voz a los sujetos calificados como tales y no sólo a la sociedad que los etiquetaba.
Pero el librito que ahora, casi sesenta años después, tenía entre manos no era menos interesante. Se titulaba “The Outsiders” y se trataba de una novela escrita por una adolescente. Se la publicaron cuando ella tenía 16 años. Al poco tiempo, en 1967, fue llevada al cine con una pléyade de actores proto-famosos. Y, más tarde, en vista de su éxito, la convirtieron en serie.
¿Qué hace en nuestra biblioteca esa épica de bandas rivales acuchillándose mutuamente en un pueblo norteamericano? No lo sé. Me parece probable que se haya solicitado su compra como material para estimular las sesiones de conversación en inglés entre estudiantes. Y no parece una mala idea. Pero, tras haberla leído, y aun calculando que muchos habrán visto la famosa versión cinematográfica, lo que me propongo hacer aquí, es promover la lectura de esta historia entre el mayor número factible de estudiantes y profesores como un eficaz precipitador de enriquecedores debates universitarios. Pero eso lo haré en la siguiente entrega.
(Jorge Jufresa / Historiador y Terapeuta. Depto. Servicio Social, Universidad del Caribe)