Los saldos de la visita dominguera de AMLO a Chetumal

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No comparto la lectura de algunos medios informativos respecto al comentario “políticamente correcto” realizado por el presidente López Obrador, relativo a que el gobernador Carlos Joaquín estaba portándose a la altura en el trabajo con la Federación. Pensar que lo dicho por AMLO significa un total apoyo al gobierno estatal o un “espaldarazo” me parece imprudente.

El contexto político actual obliga a los mandatarios estatales a acortar distancias, el perfil dominante del presidente de la República precisa negociación y acuerdo, incluso sería un suicidio político el no hacerlo.

El triunfo avasallador de AMLO no da oportunidad a ningún gobernante, al menos en este momento, de ponerse con Sansón a las patadas, ni siquiera en el caso de gobernadores como Enrique Alfaro, de Jalisco, que aún obteniendo un respaldo similar al del presidente López Obrador, tuvo por obligación realizar un pacto de civilidad con el primer mandatario.

“Alito” Moreno de Campeche es otro ejemplo, aún en la búsqueda de la dirigencia nacional del PRI, las condiciones le obligan a doblar las manos ante el monstruo que significa la Cuarta Transformación, por ello, sus contrincantes al interior del tricolor le reclaman sumisión y entrega a AMLO.

Es un asunto de sentido común y hasta de supervivencia política.

Y es que, si algún beneficio puede traer el gobierno de México a los gobiernos estatales, es que ante el nuevo paradigma las autoridades dispongan el cien por ciento de su energía a buscar, ahora sí, el beneficio de sus comunidades. Las puertas semicerradas en Palacio Nacional y las distintas dependencias federales obligan a la eficiencia presupuestal y operativa en estados y municipios.

La labor no es precisamente la búsqueda de los espaldarazos políticos, porque en definitiva no existirán. El proyecto político de Morena no lo requiere y tampoco es parte de su plan.

El trabajo es ser inteligentes para coincidir con los proyectos que abandera López Obrador. Quintana Roo resulta de alta importancia para el presidente y en esa coyuntura, el gobernador Carlos Joaquín deberá ser tan astuto como sea posible para armonizar su agenda política, de gobierno y de infraestructura con la de la federación para entonces, lograr una transición tan “tersa” como sea posible, aún que esta fuere a colores distintos a los que lo impulsaron a la gubernatura.

El Congreso y la elección local venidera en 2019 serán la pauta.

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