Se impone la “abogacracia” en Cozumel

El verdadero culpable y responsable de la sentencia que le impusieron a Pedro Joaquín Delbouis...

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El verdadero culpable y responsable de la sentencia que le impusieron a Pedro Joaquín Delbouis en la sala regional Xalapa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el temible temible Trife, fue operada por Gustavo Miranda, a través de Benjamín Vaca –el polémico subsecretario del Congreso y abogado del Partido Verde Ecologista de México.
El cabildeo, junto con la ominosa sentencia. lo amarró junto con Renán Sánchez, el próximo secretario del Ayuntamiento de Cozumel, con Juanita Alonso.
Esa fue la carta de negociación de Gustavo con la primera edil Juanita Alonso Marrufo, para ponerlo de secretario del ayuntamiento isleño
Renán Sánchez, sin embargo, no cuenta con la residencia y no podrá asumir, porque además su credencial del Insituto Nacional Electoral (INE) es de Cancún y no tiene la residencia requerida por ley.
Ya no es el voto el criterio para poner autoridades, cual dicta la democracia, sino la capacidad de hacer chicanas de los contendientes. Ya no vivimos una democracia, sino una “abogacracia”.
Los senderos electorales están trazados por la ley –lo cual anhelamos muchos, durante mucho tiempo–, mas ahora, en extremo, ya no importa lo que decida el ciudadano común, sino lo que dictamine el señor de la toga y el birrete –eso quisiéramos, porque la realidad es que los letrados dejaron hace mucho el saco y la corbata para ponerse los pants y los tenis en la sala del juicio– de motivaciones muchas veces sospechosas.
En lo electoral la cosa se pone más negra que el lomo de una hormiga: las instancias jurisdiccionales y de queja por las resoluciones de los juzgadores son casi inexistentes y la burocracia que las acuna es monstruosa, causante de defecciones y omisiones en el derecho de perseguir la verdad jurídica.
La bisoña munícipe, que tan ganosa se mostró para sentarse en la silla principal de la caribeña ínsula, quien obtuvo los sufragios bajo promesa de rectitud en el ejercicio gubernamental, a fin de cuentas no solo admite, sino promueve más de lo mismo: una corrupta coacción política que degrada a cualquier gobierno.
Es es solo el inicio; está a tiempo para enmendar, mas la cosa pinta como para que la gestión del gobierno municipal esté signada por el ominoso emblema del “cochupo”, del cual los ciudadanos insulares están más que hartos.
Mal empieza la semana para quien ahorcan en lunes: en los mismísimos albores de su administración Juanita está pintando la carrocería de su gobierno con líos colores de la corrupción. Por eso no votaron los cozumeleños.
Es grotesco que el arranque de una administración pública esté atascado y ensuciado por las mieses de la corrupción. ¡Se hubiera esperado por lo menos un poco!

Helada madrina

Al ciudadano en realidad le incumbe mucho más que lo que haga el presidente o el gobernador, el desempeño de las administraciones municipales.
Son estos entes gubernamentales los que se habrán de ocupar de las necesidades inmediatas, concretas y no pocas veces ominosas de sus conciudadanos.
Antes que conocer los planes para resolver los intríngulis de la economía isleña, una de las que por obvias razones presenta uno de los más costosos gastos para la vida de las familias, la primera edil Juanita –Juana, le empiezan a decir hostilmente sus gobernados– mostró el cobre de la más patética corrupción, el tiempo, sin embargo, está a su favor.
A la voz de “ya”, debiera extirpar a los cancerígenos elementos que invaden su equipo, pues ya con cargos públicos y camino andado no habrá más que hablar de camino andado.

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