Silencio en el adviento

"Dios es amigo del silencio y debemos escucharle porque lo que cuenta no son nuestras palabras...

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"Dios es amigo del silencio y debemos escucharle porque lo que cuenta no son nuestras palabras sino lo que Él dice, y lo que dice a través de nosotros", Santa Teresa de Calcuta.

La rapidez de la vida nos lleva siempre a tener algo que hacer, uno corre de aquí para allá, y de allá para acá, uno va en el coche conectado al celular, a la radio, a la música, a las noticias, siempre hay ruido. Vemos a personas caminando por la calle, en el camión, en el elevador, con el celular: siempre hay algo que distrae, siempre hay ruidos externos para tener la mente ocupada; sin tomar en cuenta los ruidos normales de la ciudad, que ya estamos acostumbrados. Por las prisas vamos perdiendo lo más maravilloso que hay en la vida.

El ruido se termina volviendo una adicción, siempre es necesario estar escuchando algo, no importa que sea, estar conectado, cada vez se requiere más y más. La velocidad de las noticias ya no impresiona. Todo está en continuo movimiento a una gran rapidez.

Cuando era niña, como gran cosa había una televisión para toda la familia en la casa, primero en blanco y negro, después a colores; posteriormente cuando me casé, vi como llegaban las televisiones a las habitaciones, habiendo teles en cada habitación, en la cocina, para poder estar viendo el programa favorito en todo momento. Hoy en día no es necesario una tele en cada habitación, hoy están las tabletas, los celulares, las computadoras. Todas las nuevas tecnologías invaden nuestra privacidad, llegan al lugar más íntimo de nuestra vida, de nuestro hogar.

En el hogar, entre el ruido de los celulares, los mensajes recibidos, las redes sociales. Antes que nada, cada vez es más difícil la convivencia familiar, todos tienen un pretexto para estar conectados, es imposible tener un momento de silencio, y menos por un momento para uno mismo. Los distractores son demasiados. Es urgente una desintoxicación del ruido para que llegue el silencio que es vital para nuestra salud física y mental.

El silencio es algo magnífico: con una simple mirada los enamorados se comunican maravillosamente. El silencio nos permite contemplar el mundo. Maravillarnos de una noche estrellada, de un amanecer a la orilla del mar, una tempestad en el mar, de escuchar el viento, de admirar la belleza de la naturaleza que nos rodea.

Es en el silencio que contemplamos la naturaleza, contemplamos el crecer de nuestros hijos, contemplamos los mayores placeres de la existencia humana.

Es en el silencio de una noche que nació Jesús en Belén, es allí donde Él nos invita alejados del mundanal ruido a escuchar que nos quiere decir, a saber, cuál es el regalo que nos quiere dar.

En este Adviento, poder desintoxicarnos del ruido, para poder caminar hacia Belén, para tener nuestras puertas abiertas y recibir a Jesús en nuestro corazón. Es realizar un gran esfuerzo para separarnos del ruido en que estamos inmersos.

El silencio interior es un tesoro invaluable.

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