Tarifas del arte contemporáneo

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En días pasados tuve oportunidad de leer un libro estupendo que recomiendo ampliamente, sobre los aspectos económicos del arte contemporáneo, “The $12 million dollar stuffed shark (Palgrave MacMillan”, 2009).

En dicho libro el autor, Don Thomson, saca a relucir un buen número de mitos sobre el arte contemporáneo.

Mito: La mayoría de los compradores de arte contemporáneo lo hacen por el placer visual que les causa la obra.

Realidad: La mayoría de las compras de arte contemporáneo se hace con el oído, no con el ojo; y mucho más importante que la obra en sí, es lo que dicen los críticos.

Adicionalmente está el factor que los economistas llaman “bienes posicionales”, o sea aquellos bienes cuyo objetivo principal es dejar en evidencia la capacidad adquisitiva del comprador.

El precio del arte contemporáneo refleja más el tamaño, la astucia y habilidad del “marchand”, y el afán publicitario del adquiriente, que la calidad artística de la obra.

Mito: En algunas ciudades cosmopolitas como Londres o Nueva York, el ser artista es una actividad lucrativa.

Realidad: Hay aproximadamente 80,000 artistas registrados en estas dos ciudades. De éstos, sólo 75 se pueden considerar estrellas con ingresos anuales por encima de un millón de dólares.

Un escalón abajo está alrededor de 300 artistas reconocidos con ingresos anuales por encima de 180 millones de pesos.

Más abajo se encuentran 5,000 artistas que tienen que enseñar o escribir para llegar a fin de mes. Los otros 74,625 tienen que acudir a efectuar trabajos alternos para mantener el hambre a prudente distancia.

¿Cuánto cuesta una obra de arte? Siempre he dicho que lo que el comprador esté dispuesto a pagar.

¿Cuánto debo cobrar por ir a tocar el piano a una casa donde habrá una cena? Ahí los factores cambian, porque dependerá lo que se cobre en la zona y luego del prestigio del pianista en cuestión.

No podrá ser un Richard Clayderman, pero si tener la admiración de su comunidad. Nos parecerá ridículo que una obra aparentemente horrible para algunos, se venda en una fortuna y se le considere arte puro.

Los artistas deben ser magos en su departamento de ventas, y los que no lo son, la padecen y la pasan muy mal. Todo es ventas en la vida. Hasta la próxima semana.

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