Un paraíso turístico con cinturones de miseria
Desde el inicio de la presente administración federal se hicieron encendidos argumentos...
La insistencia de la Secretaría de Turismo federal de enfocar a la industria sin chimeneas como el medio por el cual saldrán de la marginación y pobreza los miles de habitantes de cinturones de miseria y subdesarrollo que rodean los centros turísticos se mira a cuatro años de distancia como lo que siempre ha sido, un sueño guajiro y visión romántica para decir lo menos porque el tiempo ha transcurrido y les queda poco tiempo para arrojar resultados.
Desde el inicio de la presente administración federal se hicieron encendidos argumentos que señalaban a los polos de crecimiento turístico como paraísos y le colgaron la definición de infierno a los centros de población aledaños; se insistió y todavía se hace en calificar esta situación social como el resultado de la corrupción, palabra muy de moda y socorrida para descalificar todo aquello que se quiere condenar.
Se dijo que para terminar con la desigualdad en el desarrollo se colocaría a la industria turística como la herramienta que hará justicia social, pero sólo en discursos se ha quedado. El titular federal del ramo hace la alusión al tema en cada evento que le acomoda y es propicio, tanto en foros nacionales como internacionales.
Si bien es cierto que la inversión de proyectos implica un beneficio por la derrama económica que se genera y el empleo de la mano de obra que se ocupa, estos desarrollos por si solos no van a resolver la marginación que se distribuye en los núcleos habitacionales y que es común encontrar en cada uno de los destinos turísticos exitosos.
Con la aportación del 8% del PIB nacional y la fuerte generación de nuevos empleos, los impulsores de hacer de la industria sin chimeneas el instrumento predilecto para hacer justicia social enseguida lo quieren vincular a otros temas poco relacionados como el piso salarial, rezago educativo, pobreza, trabajo decente, desigualdad y a fuerza lo colocan como la tabla de salvación.
Hasta el momento el discurso sigue líneas argumentativas únicamente, a menos que se logren aterrizar las directrices establecidas recientemente por el Comité Técnico del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) para que el sector terciario sea detonador de la diversificación de la actividad, así como de la generación de empleos que contribuyan al bienestar de la población para hacer del turismo una herramienta de reconciliación social.
Recientemente, durante la tercera reunión del Comité Técnico de Fonatur a la que asistieron representantes de las Secretarías de Bienestar, de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, de Medio Ambiente y Recursos Naturales, de la Función Pública, así como del Banco de México, se planteó impulsar la inversión en los Centros Integralmente Planeados (CIP), con un manejo responsable para tener un equilibrio entre la actividad turística, el cuidado del medio ambiente y acabar con los paraísos turísticos con cinturones de marginación.
En Cancún, Centro Integralmente Planeado de Fonatur, a la dependencia no se le ha visto hacer ninguna aportación adicional ni en recursos ni en mecanismos de coordinación de agentes o entidades del sector público que atienden el desarrollo social y no es porque no existan los cinturones de marginación, es porque no está en su radar la nueva instrucción.
Han transcurrido 4 años de la administración federal y aunque se empiezan a establecer algunas directrices, el asunto es tan complejo y hondo que necesitarían otro sexenio para dar algunos resultados, pero lo principal y que no se quiere entender es que la industria turística no es el justiciero social que están pretendiendo hacer, pudiera, en todo caso contribuir con alguna parte, pero no es todo.