Planeación regional, un tema olvidado

Acabamos de regresar de unos días de trabajo en la Costa de Oaxaca...

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Acabamos de regresar de unos días de trabajo en la Costa de Oaxaca, donde estamos colaborando en la creación de una alianza y la elaboración de un diagnóstico que permita fortalecer las iniciativas de turismo sustentable en la región.

Es de estos proyectos en los que nos gusta colaborar por dos razones muy sencillas: la primera, existe una visión y un compromiso de trabajar en la zona con una temporalidad de largo plazo, y segundo, requiere de un ejercicio de planeación regional en un territorio que incluye casi 200 km de Costa, además de otros ecosistemas importantes hacia el interior del estado.

La teoría dice que, para hacer una adecuada planeación, necesitamos revisar el contexto regional y conocer las características del entorno, los mercados y la política pública para la toma de decisiones, un tema que parece que en nuestros destinos sucede cada vez menos.

A pesar de los esfuerzos desde la política pública, como los lineamientos para las Zonas de Desarrollo Turístico Sustentable, por ejemplo, seguimos creyendo que todos debemos desarrollar el turismo y generar mayor oferta para atraer a la cada vez mayor demanda.

Si no fuera de esa manera, no se entenderían las inversiones para crear miles de cuartos en zonas donde ya hay decenas o centenas de miles, en un afán de continuar haciendo crecer los números, sin ningún orden regional.

Y es que nosotros, los planificadores, no hemos encontrado la manera de decirle a los municipios que aún no se han visto beneficiados del “desarrollo turístico” que hay otras alternativas mejores, no hemos encontrado la forma de hacer entender que no siempre más es mejor (porque, además, las métricas de éxito de los estados y los países siguen privilegiando el crecimiento), de mostrar que el modelo “business as usual” está cambiando y hay otros modelos que dan mayores resultados.

Pero parece que tampoco algunos empresarios y autoridades locales o nacionales han logrado ver las ventajas de la no masividad, de la diferenciación, de la inversión responsable, de evitar la sobre densificación, de apostar por un turismo diferente.

Y es que, ¿cuál es la vocación regional de nuestros destinos? ¿Cuántos turistas más caben en las costas, en los Pueblos Mágicos o en las Áreas Naturales Protegidas? ¿Cuántos cuartos más debemos construir cuando las ocupaciones promedio a veces no llegan ni a 50%?

Necesitamos más y más planeación regional, regresar a los orígenes del turismo, de pensar en desarrollo regional, pero con una visión actualizada, valorar lo que tenemos y definir geográficamente las zonas que queremos y debemos posicionar, y cuáles no, necesitamos repensar hacia donde llevamos al turismo y para qué lo necesitamos.

Porque traer turistas para que paguen impuestos al hospedaje, para promover destinos, para que vengan más turistas, y se genere mayor impuesto, para seguir promoviendo, para que vengan más turistas, no es la razón de ser del turismo.

La razón es el desarrollo regional, y para lograrlo, debe estar bien sustentado en instrumentos de planeación regional que identifiquen vocaciones, límites aceptables, promoción especializada, enfoque a mercados diferenciados, entre otros temas.

Y si no lo recordamos, y lo aplicamos, podemos estar seguros de que en el futuro, tendremos muchos más turistas, pero mucha más marginación, más empleos indignos, más saturación, más gente usando la misma infraestructura, más daño a los ecosistemas, y más problemas que resolver.

Generemos pues, a través de la planeación regional, más soluciones y menos problemas.

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