¿Y dónde están aquellos que se decían de sangre tricolor?
Era la presentación de los candidatos de la alianza PRI-PAN a las diputaciones federales...
Era la presentación de los candidatos de la alianza PRI-PAN a las diputaciones federales, en las instalaciones del Revolucionario Institucional en Cancún.
Al llegar al inmueble, lo primero que asaltó la mente fue la notable, la inmensa diferencia que hay ahora en este tipo de eventos con los que se realizaban en este mismo inmueble hace unos cuantos años. Quizá siete, tal vez ocho años atrás…
Ya no hay gente en el patio, la batucada de las centrales obreras dejó de sonar. Los asistentes pudieron estacionar su vehículo ahí, donde antes no cabía ni un alma. Se pudo entrar al recinto priista y colarse hasta el auditorio. Lo que antes era imposible.
Los tiempos políticos han cambiado, sí, también –al mismo ritmo- que las convicciones de aquellos que se decían priistas, de sangre tricolor y que hoy se ven muy orondos en festejos de otros partidos.
En el auditorio, sentados al frente, los candidatos Luis Ross, Sayuri Cetina, Martha Rodríguez, y los líderes partidistas, Jorge Rodríguez del PRI y Jorge Pat, del PAN, quienes dieron unas palabras de aliento ante no más de 50 asistentes, no más de 50 personas firmes en sus convicciones, no más de 50 priistas y panistas leales a su causa, y no más de 50 que entraron y salieron del lugar con la frente en alto…
Ellos alguna vez estuvieron convencidos, seguros de que el triunfo estaba en la bolsa. Esta vez no es así, y saben bien que para lograrlo deberá hacerse un esfuerzo de convencimiento extraordinario. Y quizá ni siquiera así…
Las voces dentro del inmueble del PRI municipal, de la Supermanzana 1 número 1, hacían eco. Las paredes volvieron a retumbar, pero no por la presencia, sino por la ausencia. Y sí, si éstas pudieran hablar seguramente se preguntarían: “¿Dónde están aquellos que dijeron que amaban, que se rasgaban las vestiduras por el PRI? ¿Dónde aquellos que se vieron favorecidos y se hicieron ricos gracias al partido? ¿Dónde están esos que pasaron por estos pasillos “convencidos” que el tricolor era la mejor opción?... ¡Dónde carajos están!”.
Por supuesto que estas preguntas tienen destinatarios con nombre y apellido, pero sería inútil y hasta desgastante recordarlos. La flecha sería directa para –al menos- los primeros siete gobernadores constitucionales, así como un sinnúmero de presidentes municipales, diputados, senadores y hasta regidores que se sirvieron de aquella cuchara tricolor…
Y gozaron de sus suculentas mieles hasta marchitar la flor, hasta dejarla vacía, hasta dejar al otrora partidazo como un ente “moralmente derrotado”, porque fueron ellos –y no el instituto- quienes lo llevaron casi a la ruina, para entonces saltar y cambiar de piel, sí, como las serpientes rastreras.
Pero –bien dicen los leales- “que no se preocupen, sabemos bien dónde están: Están en otro partido haciendo uso de la prostitución político-partidista, o bien, están escondidos, en un rincón temblando de miedo por la posible aparición de los expedientes, de los documentos que a los que todos ellos les temen”.
La culpa no es del PRI…
Y ahí permanecerá la sede del Revolucionario Institucional de Cancún, como un testigo de la bajeza de la política nacional. Ahí permanecerá, hasta que un día sea derruido y sus paredes ya no puedan hablar… al tiempo.