Ya olvídense de la mudanza

En 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió descentralizar la Secretaría de Turismo Federal...

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En 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió descentralizar la Secretaría de Turismo Federal (Sedetur) para mudarla a Chetumal, y ahora, el delegado de la Secretaría del Bienestar, Arturo Abreu Marín, pide a los chetumaleños olvidarse de esa promesa.

Lo malo, es que esta promesa representaba una tabla de salvación para los capitalinos que viven en medio de una crisis de oportunidades y desarrollo que afecta especialmente a la capital quintanarroense.

Olvidar una promesa puede ser sencillo para algunos, pero para los habitantes de Chetumal, la realidad es muy distinta.

En una región donde la inversión pública es escasa y el turismo apenas se deja sentir, la descentralización de la Sedetur ofrecía una esperanza tangible de crecimiento y prosperidad.

La frustración de los chetumaleños no puede subestimarse, ya que la falta de oportunidades laborales y la nula inversión en la zona han exacerbado las dificultades económicas locales.

En una reciente entrevista, el delegado Abreu Marín explicó que la razón principal para no cumplir con la promesa fue una combinación de problemas con el sindicato de trabajadores y las dificultades logísticas de trasladar a empleados desde Ciudad de México.

Aunque estas razones tienen fundamento, es difícil no cuestionar si las expectativas de inversión y desarrollo que se habían generado se han visto irremediablemente afectadas.

La Sedetur, bajo la dirección de Miguel Torruco Marqués, se encontró con una serie de obstáculos adicionales para concretar el sueño: los costos asociados con la mudanza, que incluían la necesidad de más de mil 500 viviendas y un presupuesto cercano a 170 millones de pesos, resultaron ser prohibitivos.

La pandemia también trastocó los planes, complicando aún más la viabilidad del traslado. Y es que tan solo el personal que constituye a los Ángeles Verdes es de alrededor de 800 empleados, sin contar el personal administrativo y operativo.

Sin embargo, el mensaje transmitido por Abreu Marín parece ser un intento de reconducir la atención hacia los esfuerzos del gobierno para realizar inversiones significativas en la región.

Según él, el presidente ha compensado la promesa incumplida con la autorización de obras importantes que, en teoría, deberían beneficiar al estado. A pesar de estas inversiones, la sensación de desilusión persiste entre quienes vieron en la descentralización una oportunidad crucial para revitalizar Chetumal.

Pretextos hubo muchos: en el 2021, Miguel Torruco había dicho que solo estaban a la espera de asignación de recursos, alrededor de 35 millones de pesos que es lo que costaría la remodelación de la Megaescultura en la bahía de Chetumal, que sería la sede que supuestamente albergaría a esta dependencia.

Hoy, las dificultades para concretar la mudanza de la Sedetur y los problemas imprevistos que surgieron subrayan la necesidad de una planificación más rigurosa y un enfoque más transparente en la ejecución de políticas públicas y no al vapor como parece haber sido esta en cuestión.

Mientras tanto, los habitantes de Chetumal deben enfrentar la realidad de que las promesas incumplidas pueden tener un costo real en términos de desarrollo y oportunidades. La esperanza ahora recae en las inversiones actuales como el Tren Maya, y futuras, pero no serán suficientes para mitigar el impacto de las promesas rotas que prometían crecimiento para la región.

¿Quedará en el olvido así nomás?

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