Yensunni: desde Canadá, con cariño

Fuentes del Ayuntamiento de Othón P. Blanco —patrulleros de la policía enviados a ejecutar una diligencia...

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Fuentes del Ayuntamiento de Othón P. Blanco —patrulleros de la policía enviados a ejecutar una diligencia harto arbitraria cuasi violenta, a la que nos referiremos abajo— nos comentaron que la presidenta municipal, Yensunni Martínez Hernández, requerida para resolver sobre un importante asunto que pudiera afectar los derechos humanos de algunas respetables personas por parte de sus esbirros, se encontraba de viaje por Canadá.

¿Qué cuestión tan importante pudiese haberla llevado al norteño país vecino, asaz lejano, a costa de desatender las severas carencias del municipio que “gobierna” y de asestarle otra trapera puñalada a las famélicas arcas de la comuna chetumaleña, dado que sería extremadamente candoroso suponer que la primera concejal, conocida por no “disparar” ni en defensa propia, pagó su periplo de su propio peculio?

Un asunto oficial, no fue el motivo, más si lo hubiese sido se habría tratado de un total despropósito, pues la administración municipal se encuentra en sus meses postreros y pareciera que apenas estuviese comenzando desde el tiradero dejado por Othoniel Segovia Martínez, con un volumen de acciones de gobierno prodigiosamente cercano a cero ante las demandas de una población agobiada por las carencias, entre la rampante inseguridad, la sempiterna basura como paisaje cotidiano, las calles y espacios públicos astrosos y un sinfín de calamidades.

La realidad es que el único vínculo que percibimos que Quintana Roo pudiese tener con el país de la hoja de arce —“maple”, dicen algunos impenitentes enemigos del idioma, los mismos que escriben “flamingo” en lugar de flamenco o “boulevard” en sustitución de bulevar— es el infame ex gobernador Carlos Joaquín González, que dejó a su sucesora Mara Lezama Espinosa colgada de la brocha con una deuda pública a corto plazo ingente, otra a largo plazo desatendida y a los proveedores de su gobierno, que al igual que casi todo el pueblo confiaron en el dichoso “cambio”, quebrados o al borde del colapso.

Yensunni Martínez ni de lejos tiene el talento de Carlos Joaquín, y el de la letra ha de confesar que, entre muchos quintanarroenses que se quejaban de las turbulencias del Roberto Borge Angulo —muchas atizadas y hasta agigantadas por su sucesor de inocua apariencia, pero aviesas intenciones—, le creyó al primero que estaba haciendo esfuerzos inteligentes y honestos para enfilar a Quintana Roo hacia un largamente escamoteado progreso, cuando su único propósito era agradar al presidente Andrés Manuel López Obrador para salir de su pantano con el plumaje impoluto, pero la primera edil capitalina, a la que sotto voce se le ha caracterizado como joaquinista más que marista y protectora de los intereses del improvisado diplomático, en el mejor de los casos le aprendió las mañas al yucateco residente en Ottawa, pero a ella no habrá Chapulín Colorado —¿o guinda?— que la defienda, pues a su jefa política formal, la gobernadora Mara Lezama Espinosa, ya la ha embarrado con sus trapacerías en incontables ocasiones: ya bastante hace la mandataria estatal con dedicarle efectivos tiempo y esfuerzo a la mejora de la calidad de vida de los capitalinos, con la habilidad de conseguir lo inconseguible de la Federación.

Pero el más reciente dislate del ayuntamiento, acaecido mientras a la alcaldesa se le congelaban las orejas y la nariz en vecindad con los osos polares, fue una nueva agresión contra los residentes y el administrador del Club Residencial Andara, que por cierto ya no es más su némesis, el desarrollador Sergio Zapata Vales, de quien ha dicho que detesta y no dejará de perjudicarlo mientras le sea dado hacerlo.

El martes pasado, el actual administrador del residencial, Carlos Contreras Castillo, dispuso la reinstalación de las rejas de la caseta que los vándalos de Yensunni hubieran arrancado en acto delictivo con lujo de violencia policiaca a instancias de un grupúsculo en verdad muy minoritario de vecinos que se rehúsan a pagar sus cuotas de mantenimiento, constituidos en una asociación civil, luego de un juicio impugnado, en el que se determinó la municipalización de la zona quedara sub judice: es decir, la zona sigue siendo propiedad privada —Café negro cuenta con toda la documentación que así lo prueba—.

Muchos asuntos de gran importancia para los chetumaleños llevan esperando para ser atendidos, pero justo al otro día se apersonaron el director de Desarrollo Urbano, Juan Sánchez Palomino; el director de Asuntos Jurídicos, José Gaspar Ríos Padilla; la subdirectora operativa de la Policía Municipal, Yadira García Cordero; el mismísimo director de la Policía Preventiva y Tránsito Municipal, Martín Josué May Baeza,  y hasta la propia síndica municipal, Alejandra del Ángel Carmona: ¡medio ayuntamiento!… todo por un par de rejas en propiedad privada y para cumplir la consigna de su helada jefa ausente, acaso porque el miedo no anda en reno.

Exigían encarcelar al administrador Carlos Contreras: los polis solo se rieron, subieron a sus patrullas y se perdieron en lontananza…

Al otro día, miércoles, tempranito, como seguramente no lo hace para presentarse en su oficina, se apersonó en la entrada de Andara un verificador y pegó en la reja de marras un papel informal, casi un post-it, en el que decía que al responsable “se le otorga un plazo de 48 hrs. para retirar dichas rejas”.

Por supuesto, la empresa administradora Más Allá de Tus Expectativas ya presentó un recurso de amparo en tiempo y forma, en lo que puede ser el caminito de la cárcel para más de una personita, pues hay notorios evidentes delitos en el capricho de Yensunni, aunque como que ya presenta signos de congelamiento… ¡pero de miedo!

Ya le platicaremos.

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