De asesino de Enrique Camarena a pintor destacado
Francisco Tejeda, señalado de ser autor material del asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, está a punto de salir libre por ser un 'interno modelo'.
Jorge Almazán/Milenio
CIUDAD DE MÉXICO.- En 1981, por orden de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), el agente Enrique Camarena Salazar, Kiki, se infiltró en el cártel de Guadalajara, fundado por Miguel Ángel Félix Gallardo, El Padrino; Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto.
Con su información las fuerzas federales combatieron a este grupo durante tres años hasta que en 1984, soldados destruyeron una hectárea de marihuana en el Rancho Búfalo, un duro golpe, pues se calculó que la producción anual en ese lugar era de más de ocho millones de dólares.
Debido a ello, el cártel comenzó a indagar y llegaron a la conclusión de que Kiki era un soplón. Félix Gallardo ordenó su secuestro el 7 de febrero de 1985 y agentes corruptos de la extinta Dirección Federal de Seguridad levantaron a Camarena para torturarlo y que "soltara la sopa" de qué información había pasado a sus jefes. Por los golpes, Kiki perdió la vida. Su cadáver fue hallado el 5 de marzo de 1985 en La Angostura, Michoacán.
Imagen del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, Kiki, quien fue asesinado por el narco.
Las autoridades de Estados Unidos estaban indignadas. Fue mediante la "Operación Leyenda" que la DEA entró a México para hacer las investigaciones y dar con el paradero de los asesinos.
Los sospechosos fueron Félix Gallardo, Caro Quintero y Fonseca Carrillo. El gobierno estadounidense presionó al de Miguel de la Madrid y fueron detenidos solo Caro Quintero y Don Neto. A El Padrino lo agarraron hasta 1989.
Pero faltaban los autores materiales. La madrugada del 11 de junio de 1985, agentes federales irrumpieron en una casa de Tijuana, Baja California, Ahí vivía Francisco Javier Tejeda Jaramillo, a quien sometieron, lo llevaron al aeropuerto y lo trasladaron a la capital del país para ingresarlo en el Reclusorio Norte, donde fue Interrogado y firmó la confesión de ser el autor material del asesinato de Kiki, por lo que recibió una sentencia de 40 años de prisión.
Hoy, 31 años después, Tejeda Jaramillo, de 64 años, está a punto conseguir la libertad por ser un interno modelo y darle clases de pintura a por lo menos 500 compañeros durante su estadía en la cárcel, luego de que él se convirtió en artista plástico.
Francisco Javier Tejeda Jaramillo (der), con algunos de los presos a quienes imparte clases de pintura.
Milenio platicó con él en el taller de pintura del Reclusorio Norte. El Maestro, como le dicen, se refiere a si fue injusto su encierro.
“Leí El proceso, de Franz Kafka, habla de un hombre que cae a la cárcel y no sabe por qué, ni los acusadores lo saben. Yo firmé obligado una declaración, nadie creyó que fue así y me dieron 40 años. Dije en los juzgados que no lo hice, pero no gané nada y preferí no llorar, gritar o despotricar, sino hacer cosas positivas”.
—¿Inculpado?
—No puedo decir que soy totalmente inocente, pero no debería estar aquí por homicidio, sino unos cuantos años por otra cosa (encubrimiento), pero lo que ya no se puede arreglar, para qué quejarse, ni modo, ya les pagué lo que no debía. Nuestro sistema judicial aún no está bien, hay avances, antes nos torturaban y nadie decía nada, ahora se persigue, eso es una ventaja, señala.
Tejeda dijo que si estaba en el penal, “fue por errores de la juventud, pero la gente debe saber que es posible sobrevivir en la cárcel, yo soy la prueba, demasiados años injustos, pero ha sido una experiencia interesante verme aquí y decir que voy a luchar, a salir adelante, llegará el día que esté libre, ahora debo aprovechar el tiempo”.
Y así es, pues pese a estar privado de su libertad, no se queja: “La vida no ha sido tan injusta conmigo, y no se acaba en la cárcel, aquí comemos y vivimos bien, además podemos estudiar. Claro, no es bueno estar tantos años… ¡no se midieron conmigo!”.
Recordó que luego de unos años sus padres y hermanos se fueron de su natal Colima, a Culiacán y después a Tijuana, donde su hermano mayor, quien ya pintaba, lo invitó a aprender a hacerlo en terciopelo, esto cuando se celebraban los Juegos Olímpicos de 1968, en México.
“Pinté más de 10 años, pero no hubo quien me guiara, de haber sido así, mi vida sería otra, pues no me metí a fondo a la pintura y cometí el error de hacerme policía, fue mi desgracia, pues terminé aquí”.
Subrayó que la vida en el reclusorio estas tres décadas no ha sido fácil, “pero me ayudó el adquirir el hábito de la lectura. Me acerqué a los maestros. En el taller hay una biblioteca privada, pues manejamos textos de arte”.
Con nostalgia, mencionó que la lectura lo llevó a redescubrir la pintura.
“Me considero un artista profesional, mis cuadros se han vendido en Nueva Zelanda, Francia, Colombia y Estados Unidos, y le peleo un lugar a los mejorcitos. En los catálogos estoy junto a Toledo, aunque no alcanzo sus precios, yo vendo cuadros a 40 o 50 mil pesos y con ese dinero, desde dentro, he mantenido a mi familia y le dí estudios profesiones a mis hijos”, presume.
Está consciente de que para ser artista se debe estudiar dibujo, perspectiva, apreciación estética, crítica de arte y entender psicología del arte, pues la mayoría de los pintores modernos plasman el inconsciente, lo que sienten, expresionismo más que belleza.
Francisco Javier Tejeda Jaramillo fue “bautizado" artísticamente por José Luis Cuevas, con quien aparece en la foto.
“Pinto con el inconsciente. Es como soñar, y cuando termino veo que expreso lo que menos pienso, cosas que deseo, expresiones del super yo, me gusta mucho La teoría de los sueños de Sigmund Freud. Recién mandé un cuadro de un paisaje con el horizonte abajo para una bienal organizada en el Estado de México como homenaje al maestro Luis Nishizawa. Es un poco deprimente, la mayoría de mi obra es así, no lo puedo evitar. Hay cuadros que de plano los borro, pues son negativos, no puedo evitar abusar del color negro, quisiera pintar florecitas y colorcitos, quizá cuando salga lo haga, pero ahorita no me nace”.
Ahora que se acerca su libertad, dijo que conocerá del mundo, “el de ustedes”, y abrazará a su familia.
“Mi primer hijo nació cuando yo tenía cinco años aquí y el segundo, cinco años después. Ellos han vivido prácticamente aquí, no me conocen libre y no sienten feo de verme aquí. Mi esposa ha sido una compañera, teníamos 15 días de casados cuando me llevaron a la cárcel, decidió estar conmigo y ha sido otro castigo para ella, pobrecita, sin deberla. Casi todos aquí pierden a su familia, yo no".
"Uno de mis grandes planes es reunir pintores para formar un grupo y poner un centro artístico con galería, fábrica y tienda de materiales, y llevar el arte a provincia. El fin llegó, estoy listo para salir, no me da temor… ¡ya me anda por estar afuera!”.