'El efecto Michoacán' se deja sentir en Morelos
Secuestros, asesinatos y extorsiones plagan el municipio de Yautepec; las familias adineradas huyen y los lugareños viven con el temor latente todos los días.
Juan Pablo Becerra Acosta/Milenio
YAUTEPEC, Morelos.- A este hombre, a este antiguo trabajador de Nissan, aquel día, hace apenas unas semanas, le avisaron que le habían secuestrado a su hija María de la Luz. Y a su nieto Jesús. Le llamaron por teléfono y escuchó una voz femenina angustiada:
—¡Papá! ¡Papá! ¡Ayúdame, me acaban de subir a una camioneta y a mi hijo Jesús lo están golpeando! ¡Quieren dinero! ¡Ayúdame!
Sentado en la banqueta junto a un campo deportivo, este viejo, que sufrió parálisis facial por la tensión, recuerda que de inmediato escuchó una voz infantil del otro lado del auricular…
—¡Abuelito! ¡Abuelito! ¡Ayúdanos! ¡Están golpeando a mi mamá!
Terror. Sintió que se le iba la respiración. De inmediato una severa voz masculina tomó el aparato telefónico.
—Se trata de un secuestro. Necesitamos que nos consiga 300 mil pesos y que nos los vaya a entregar adonde le digamos...
Trescientos mil pesos para el obrero jubilado representaba una fortuna. Se lo dijo al plagiario. Y éste, con mucha calma, con frialdad en el tono, le explicó lo que ocurriría de no reunir el dinero para el rescate…
—Nos vamos a llevar a tu hija a trabajar de p... en la frontera. Y al niño lo vamos a vender a una familia gringa que pague lo que pedimos por él…
Sabás Rendón Galicia, el abuelo, acabó en el hospital de la impresión. Es afortunado. Su hija no fue secuestrada. Se trató de un plagio virtual contra la mujer que trabaja en el servicio doméstico de una de las casas “más adineradas” del lugar. Un caso más entre decenas de extorsiones que narran los lugareños.
Entre diciembre y enero 20 familias más no tuvieron tanta suerte: sus familiares sí fueron secuestrados y en solo en dos casos las víctimas fueron liberadas. Los demás, pagaran o no el rescate, fueron asesinados o continúan en calidad de desaparecidos.
El presidente municipal, Agustín Alonso Mendoza, minimizó primero el asunto. Dijo que era un caso de “psicosis”, pero después de que los ciudadanos se organizaron y salieron a las calles (el domingo antepasado marcharon 4 mil personas) y tapizaron los muros de la alcaldía con cartulinas y mantas de protesta, aceptó que sí, que hay “muchísimos secuestros”.
Los adjudicó a la delincuencia que viene huyendo de Michoacán y aceptó que su administración está “rebasada”. Luego pidió que el Ejército y la Policía Federal vigilen el lugar. Eso no ha sucedido, pero el gobierno de Morelos envió unidades de policía a patrullar las calles.
Aunque los casos de plagio no han cesado: el penúltimo, de un hombre, ocurrió hace una semana. El último, el secuestro de un bebé de dos meses, concluyó este lunes cuando el pequeño fue liberado en Puebla.
Pero el pavor... ése no se va de aquí, porque Yautepec, han escrito sus ciudadanos en una cartulina, “está de luto”. Y vive entre murmuraciones de susto…
Un esperón
Una tras otra surgen las historias de secuestros en este lugar ubicado a media hora de Cuernavaca, colindante con otros sitios de recreo como Tepoztlán, Cocoyoc y Oaxtepec. Hay letreros pegados en paredes y casetas telefónicas de gente secuestrada o desaparecida. En el mercado local una mujer narra el plagio de su esposo.
—Estoy angustiada. Ya son seis días y no sabemos nada. No sé dónde pueda estar, y aunque ya pusimos la denuncia ante el Ministerio Público, no sabemos si lo buscan o no… —narra Marisela Montes, la esposa que tiene los ojos hinchados de tanto llorar.
Uno de los ciudadanos que ha sido más activo en la comunidad para convocar a la gente a que salga a protestar, pero que no quiere que su nombre se publique ni que su rostro sea grabado por la cámara, cuenta que fueron dos casos que desempolvaron la valentía de los ciudadanos: una jovencita secuestrada en su propia casa (“la estaban esperando, fue un esperón, y cuando abrió las puertas de su domicilio se la llevaron”) y un hombre plagiado en reunión de de Alcohólicos Anónimos:
—Estaba empezando la sesión, cuando llegó un grupo de encapuchados con armas; sometió a todos los presentes, a algunos los golpeó, les quitaron los teléfonos móviles y fueron por ese señor en específico. Otra víctima más de secuestro y asesinato…
Furia y pavor
Uno tras otro llegan los testimonios que narran los casos de secuestro. Como el de un empresario, a cuya familia sus captores pidieron 2 millones de pesos y pagó poco menos de medio millón; los captores aseguraron que ya lo habían soltado, pero la realidad fue cruel: apareció asesinado en una carretera. La familia huyó del país.
O del taxista a quien le secuestraron a su hijo. Pagó el rescate de 40 mil pesos, denunció, aprehendieron a los delincuentes, pero… “a las 72 horas ya los habían soltado”, dice el chofer en voz baja, mirando hacia todos lados, aterrado de que lleguen a vengarse por haber denunciado el caso.
Él fue afortunado. Otro hombre trabajaba en Coca-Cola y fue indemnizado por esa empresa. Invirtió en un taxi, los delincuentes asumieron que tenía mucho dinero, lo secuestraron, pagaron 50 mil pesos de rescate, pero… también lo ultimaron. “Por mí que los cuelguen de los huevos en un árbol, pero no vamos a hablar más, porque seguro andan por ahí esos cab...s y nos pueden venir a buscar”, dice un familiar a la puerta de su casa, furioso, pero empavorecido a la vez.
Si uno recorre el centro de Yautepec parece que todo está en calma, que la vida transcurre normalmente, pero no es así: es tal el ambiente de zozobra que los propios ciudadanos acordaron realizar una especie de toque de queda.
—Es un pseudotoque de queda por protección: a las ocho de la noche ya nadie está en la calle. Y la mayoría lo acata… —explica el organizador de las marchas.
Dueños de casas y negocios de ese municipio han puesto alambradas y cámaras de vigilancia. En una sola calle hay cinco, acompañadas de avisos: “Autovigilancia ciudadana por la inseguridad”. Dice el hombre que algunos ciudadanos empiezan a averiguar el precio de armas para defenderse: “El efecto Michoacán”, agrega con rostro de seriedad.
Cambio total
Algunas residencias de fin de semana de morelenses y chilangos adinerados empiezan a venderse, como se ve en tres cartelones que anuncian su oferta.
Saturnino Vidal y María Luz González participan en las marchas. Son los que más aspecto triste tienen. A ellos les secuestraron y asesinaron a su hijo, un arquitecto, a pesar de que pagaron 147 mil pesos. Y aun así, con el dolor de la mutilación a cuestas, con los rostros demacrados, dicen que no dejarán de protestar:
—Nos acabaron. Acabaron con él, pero también acabaron con nosotros. A partir de ahí nuestra vida cambió totalmente. Ya nada es igual… Hay gente que por temor no denuncia, por temor se va de aquí, pero no se vale. Es mejor exigir justicia. Y… Si nos matan… Ya estamos casi muertos, de todas maneras… —alcanza a decir María Luz con voz pausada, con un nudo en la garganta, y ya no tiene fuerza para contener las lágrimas. Los que la escuchan tampoco...
Admiten ineficiencia
La Unidad Especializada de Combate al Secuestro de Morelos no está a la altura de los requerimientos, reconoció el procurador Rodrigo Dorantes Salgado.
La Secretaría de Gobernación señaló hace unas semanas que esa unidad es uno los órganos de menor eficiencia del país.
El procurador reconoció que desde su llegada a la dependencia fue necesario hacer modificaciones estructurales, de personal y operación, pero “aún falta fortalecerla”.
En conferencia de prensa, destacó que la unidad antisecuestro presentaba un gran desorden y falta de coordinación con otras dependencias estatales y nacionales
Precisó que se requieren más recursos económicos, materiales y, sobre todo, más personal para enfrentar este delito, que está en el primer lugar entre los crímenes de mayor impacto.
“Reconocemos que no había esa operatividad y los resultados (requeridos)”, señaló el fiscal, quien aseguró que se han hecho cambios de servidores públicos.