Cobran a parturientas 50 pesos por cada grito

La multa es aplicada en un hospital del país africano por considerarse una falsa alarma; las autoridades ya comenzaron a tomar medidas.

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En Zimbabwe, uno de los países más pobres de África, la corrupción es alarmante. (doctorswithoutborders.org)
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Agencias
MOSCÚ, Rusia.- Los servicios de salud pública son cuestionados en casi todo el mundo, ya sea por la desatención, falta de material y equipo o las condiciones insalubres en que se brinda el servicio, pero, de acuerdo con una publicación del sitio web actualidad.rt, el caso de un país africano raya en la exageración. Vea por qué.   

La corrupción es tan sistemática en Zimbabwe, uno de los países más pobres de África, que un hospital incluso les cobraba a las mujeres por cada grito que daban durante el parto.

Según el último informe de la ONG Transparencia Internacional, las parturientas zimbabwenses tienen que pagar cinco dólares por cada grito que dan, "como penalización por levantar una falsa alarma". Además, una mujer debe pagar 50 dólares para ingresar en el hospital.

Tomando en cuenta que los ingresos medios de un ciudadano de Zimbabwe no superan los 150 dólares, una ciudadana que grite un par de veces durante el parto tiene que pagar la mitad de sus ingresos mensuales después de dar a luz.

En ocasiones, las mujeres que no pueden pagar son retenidas en el hospital hasta que sus familias entregan las sumas totales, además de los intereses. 

Alto índice de muertes

Debido a las condiciones que imponen algunos hospitales, en Zimbabwe muchas mujeres dan a luz en casa, lo que es muy peligroso a causa de las condiciones antisanitarias y la falta de comadronas profesionales. Según los informes de la ONU, en promedio ocho mujeres mueren durante el parto diariamente en ese país.

Para poner fin a esa práctica de cobrar por gritos de las parturientas, un representante de Transparencia Internacional se reunió con el viceprimer ministro del país, quien prometió encargar al Ministerio de Salud una detallada investigación.

Desde entonces no se han recibido más quejas sobre las multas por gritar, informa la ONG. Sin embargo, el centro mantiene el cargo de 50 dólares por ingresar.

Este caso demuestra la dura realidad de Zimbabwe, un país donde la corrupción es galopante: el 62% de los zimbabuenses encuestados por los representantes de Transparencia Internacional reconoció haber pagado un soborno en el último año.

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