Parecía imposible pero sucedió. Los hijos más salvajes de la Pérfida Albión, los conductores del programa Top Gear, de la BBC, se han reconciliado con México. Los mismos que hace dos años malhablaron de los mexicanos a causa del automóvil Mastretta, de manufactura nacional, que les fue entregado tardíamente para que lo probaran, causando estupores chauvinistas y desatando odios hasta por Lady D., han revalorado la nave y la han aprobado. Incluso a pesar de que “el volante tiene el tamaño de una tortilla”.

A pregunta expresa, el conductor Jeremy Klarkson, reconocido por su humor perrísimo, dijo no haber sido amenazado con ser decapitado al venir a la frontera de México con Estados Unidos para darle el visto bueno al Mastretta. Aunque es muy probable que le hayan mostrado las posibilidades pesadillescas de pasar hambre, frío y sed en El Torito, o de ser invitado a una fiesta en Cuernavaca o de vacacionar en Kafkapulco, o de darse una vuelta, pero de pescuezo, en Torreón.

Como quiera que sea, si los ingleses aflojaron en su arrogancia, todo es posible. ¿Pero qué será más fácil, subir al Nini Verde a la tribuna para que nos regale uno de sus sapientísimos discursos que solo pueden ser comparados con los de Wiston Churchill, o conseguir que los ceceacheros se pongan a negociar con la UNAM antes de que les apliquen el método Wilfrido Robledo & Juan Ramón de la Fuente y les avienten a los federales?

Eso, o que en vez de andar palomeando al mando único en materia de seguridad, el rector Narro busque solucionar un problema con los ceceacheros que con tal de superar a los del #Yosoy132 —que en estos momentos están más extraviados que los subcomunicados del subcomanche Marcos— andan muy radicalosos.

Yo digo que para que ceceacheros encapuchados y autoridades universitarias diriman sus diferencias con una prueba fundamental: el que haga mejor la Chispavelardeseñal, agarrándose los destos como celebrando un gol al estilo del jugador de los Pumas, ese gane. Porque se ve muy mal, tanto de un lado como del otro, que no le entren al debate profundo de la renovación del CCH (llama la atención el aguerrido show contra el inglés y la educación física, sin que nadie se preocupe por el olvido que ha sufrido la literatura, gracias al afán de convertir al colegio en un Cecati), a tal grado de que parece repetición chafa en cámara phantom de los viejos tiempos del Mosh y el CGH.

Chale.