La naturaleza es particularmente benigna con los que rebasamos los 45, ya que es cuando comienzan los “cambios constructivos y progresivos del envejecimiento”, los cuales preparan nuestro organismo para la maravillosa etapa de la vejez y permiten que dichos cambios sean paulatinos, de tal suerte que nadie envejece de un día para otro. 

Esto significa que en nuestro camino hacia la vejez nos vamos topando con diversos escenarios. Llegamos al primero cuando empezamos a olvidar cosas o nombres que antes no olvidábamos o advertimos cierta falta de concentración o de atención al platicar con alguien o al leer algún texto. Lo anterior -que usualmente pensábamos que era por estrés, falta de sueño o cansancio-, es en realidad nuestra llegada al primer escenario del envejecimiento, se llama “deterioro cognitivo”.

El deterioro cognitivo comienza a los 45 y no a los 60 como se pensaba antes, afectando la memoria, el razonamiento y la comprensión, salvo el vocabulario, que por la edad, en lugar de deteriorarse, parece enriquecerse. 

En los varones de 45 a 49, el deterioro es de un 3.6%, mientras que para los de 65 a 70 es del 9.6%. En las mujeres los porcentajes son del 3.6% y del 7.4%, respectivamente.

Pero no se preocupen jovencitos, la semana próxima veremos cómo podemos ir arreglando y componiendo este deterioro.