Lo mismo, pero diferente

La diferencia entre “aumento” y “reajuste”, en el asunto del predial, le causó un mal rato al alcalde Renán Barrera.

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El escoger las palabras adecuadas puede significar que la gente ame u odie a los políticos. Para muestra un botón: La diferencia entre “aumento” y “reajuste”, en el asunto del predial, le causó un mal rato al alcalde Renán Barrera. La palabra aumento remonta inmediatamente a economía-precios altos-falta de dinero-repudio; la palabra reajuste, en cambio, deja entreabierta una puerta para explicar de qué se trata el asunto, el cual resultó en un aumento sólo para algunos predios.

También se deben escoger las formas de enfrentar nuestras batallas. El PRI estaba tan seguro de ganar la elección, que no pensaron en armar a un grupo de regidores preparados para ser oposición. Ahora que están en esa situación, quieren adoptar actitudes de enfrentamiento como la del regidor Enrique Alfaro, al reclamar al alcalde el aumento al predial. El PRI es un partido que se dice respetuoso de todo, entonces ¿dónde quedó el respeto?

Y ya que hablamos de las posturas de los partidos, me parece interesante ver qué camino tomará la propuesta del diputado perredista Bayardo Ojeda, con respecto a la Ley de Sociedades de Convivencia, que permitiría los matrimonios entre personas del mismo sexo. Es bien sabido que el PRD está a favor y el PAN en contra. El PRI siempre ha manejado una postura ambigua con su discurso del respeto… pero ¿eso significa que sí o que no?

Yucatán es el estado con mejor calidad de vida y se ha vuelto modelo en temas de justicia, con la reforma penal; pero al mismo tiempo es el estado en donde los habitantes de un municipio no votarían por un candidato abiertamente homosexual porque piensan que sería una burla tener un alcalde gay.

Sin duda el PRI tendrá un papel importante en este tema, al ser mayoría en el Congreso. Sin embargo no habremos de descuidar el papel que jugarán las organizaciones LGBT, a quienes en el pasado se les ha visto apoyando a ese partido. Esto podría convertirse en un parteaguas en la apertura yucateca a la evolución de la sociedad, o en una percepción de autoridades represoras y moralistas. También puede ser que no pase nada.

Finalmente, estamos a un día de que entre el nuevo Gobierno Federal. Hace unos meses los mexicanos nos dimos por vencidos con la idea del cambio y decidimos por el “malo por conocido”. La gente ha dado al sexenio de Calderón una calificación de 7, con la ambigüedad de que lo mejor y lo peor fue la lucha contra el narco.

Ahora todas las esperanzas recaen en Enrique Peña Nieto, quien por herencia ya tiene que cargar con unos cuantos muertos del narco, pero que también ya tiene un crecimiento económico qué presumir. Hayamos o no votado por él, a todos nos conviene que éste sea un buen sexenio.
Esperemos que así sea.

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