Los regalos de Dios

Dios nos da muchos regalos y nos los envía de diferente forma. Y esos regalos son “las personas que nos rodean”.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Hoy es 14 de febrero, Día del Amor y de la Amistad y valdría la pena preguntarnos ¿Cuáles son los regalos que Dios tiene para nosotros? Y la respuesta es clara y sencilla: Dios nos da muchos regalos y nos los envía de diferente forma. Y esos regalos son “las personas que nos rodean”.  Unas vienen con una envoltura muy bella y otras con un moño doblado; otras sus envolturas son poco agraciadas porque la vida las ha ido lastimando y ya no son aquellos regalos lindos y preciosos de antaño.

Pero lo importante no es cómo viene el regalo o con qué papel está forrado, lo importante es el contenido.

Qué importante es saber valorar a los seres que nos rodean y aquilatar su contenido, porque Dios nos los envió para ayudarnos. Tenemos los regalos más cercanos y no los vemos, porque vemos con los ojos físicos y no con los ojos del corazón. Ese regalo invaluable que son nuestros padres, los vemos con su envoltura vieja y amarilla, corroída por el tiempo, ya no hay lozanía y los olvidamos y rara vez los visitamos. Nuestra excusa es que no tenemos tiempo, y si tal vez tengamos tiempo para llevarles flores al cementerio, y no haber abierto ese precioso regalo que hoy mismo podríamos aprovechar y disfrutar con una visita y un dialogo sincero.

Otro regalo que a diario Dios nos ofrece es ...¡nuestra pareja! La tenemos y la vemos, pero no la valoramos y apreciamos. Sólo nos fijamos en su envoltura que ya tiene unos kilos de más, y el papel como que no es el mismo de hace años. No nos damos cuenta que esa envoltura nosotros la hemos ido dañando con nuestra indiferencia, con nuestra falta de atenciones y cuidados.

Porque el matrimonio es una bella planta que todos los días hay que cultivarla, abonarla y regarla con mucho amor, diálogo y comprensión. Pero lo más importante es abrir ese bello regalo y disfrutarlo, bien me decía un amigo, que para él su esposa era como aquel anuncio de una cerveza: “Es un orgullo tenerla y un placer disfrutarla”.

Dios nos envió otros regalos muy especiales, con fina envoltura con cintas y adornos preciosos, pero nosotros no los vemos y sí los destruimos. Me refiero a ese invaluable regalo que son.. ¡nuestros hijos! Qué triste es ver a ciertos padres que piensan que su función es ser juez y policía y solo generador de bienes. Padres que no abren esos pequeños regalos, y toman el amor que en ellos Dios les envió. Ahí van a encontrar a un amigo, un maestro y tal vez... a un hijo que está sediento del amor, cariño y reconocimiento de un verdadero padre.

Somos ciegos para ver los otros dones que nuestro creador nos ha obsequiado. Aquel regalo olvidado que nos es indiferente, pues su envoltura se parece mucho a la nuestra y nos da pena abrirlo, es... ¡nuestro hermano! La distancia y la indiferencia nos impide disfrutar su contenido. Tantos y tantos regalos que no vemos y los tenemos a la mano: familiares, amigos, empleados y tal vez... hasta los que consideramos enemigos.

Hoy podemos empezar a no ver tanto la envoltura y sí a ilusionarnos por el contenido de los regalos que a diario tenemos en la vida. Una sentencia de Francis Bacón nos dice: “No es lo que comemos, sino lo que digerimos lo que nos hace fuertes. No es lo que ganamos, sino lo que ahorramos lo que nos hace ricos. No es lo que leemos, sino lo que recordamos lo que nos da sabiduría. No es lo que predicamos, sino lo que practicamos lo que nos hace cristianos”; y podemos agregar: “que no es el regalo lo que nos da la alegría, sino su contenido y la forma en que lo aprovechemos en nuestra vida para poder lograr la felicidad”.

Lo más leído

skeleton





skeleton