'Fusión de las razas' un homenaje al mestizaje

Su creación se inspiró en Gonzalo Guerrero, personaje importante en Chetumal.

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Fue elaborado en la Ciudad de México y se transportó a Chetumal en cinco piezas, vía terrestre. (Foto: Javier Ortíz/SIPSE).
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Javier Ortíz/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Erigido en la entrada de la ciudad capital desde hace una década, el monumento “Fusión de las Razas”, recibe a quienes visitan Chetumal-Cuna del Mestizaje.

Los chetumaleños lo conocen como el monumento “Cuna del Mestizaje”, pero el nombre que le asignó la artista Rosa María Ponzanelli es “Fusión de las Razas”.

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Se trata de una representación de bronce de 3.40 metros de alto por 2.80 y 2.30 metros de ancho, quien terminó conquistado por una mujer indígena maya de nombre Zaazil, hija de Na Chan Can, entonces cacique de Chactemal, la cual forma parte del monumento, donde luce amamantando a uno de sus pequeños hijos, los otros dos permanecen a su lado.

La elaboración de la obra tuvo una duración de seis meses y su peso es de dos toneladas. (Foto: Javier Ortíz/SIPSE).

Fue colocado en octubre de 1996, mismo año que los de “El pescador”, “El Manatí” y “El Renacimiento”, que forman parte de un corredor escultórico ubicado en el bulevar Bahía, de la misma autora.

El motivo era celebrar el aniversario 22 de la conversión del territorio de Quintana Roo en estado, según dejó plasmado en uno de sus artículos el cronista de Chetumal, Ignacio Herrera Muñoz, en su libro denominado “Crónicas citadinas”.

Originalmente fue colocado un kilómetro hacia adentro de la ciudad, pero cuando se construyó el distribuidor vial, fue reubicado donde se encuentra actualmente.
Destaca la figura de Gonzalo Guerrero que con sus rasgos finos que contravienen su vestimenta rústica y su lanza, descifran claramente la historia que dio pie al inicio del mestizaje en el continente americano.

Janina Ramírez Ponzanelli, hija de la creadora de esta obra, y heredera del gran legado por haber participado con su madre en los trabajos, explicó que antes de fundir en hierro toda la estructura, se modeló con plastilina para su aprobación por un grupo de personas que viajó de Chetumal con ese propósito, entre los que se encontraban el cronista, un historiador y autoridades gubernamentales de la época.

Una vez hechos los cambios, se realizó un molde de silicón blanco, flexible, que se reforzó con fibra de vidrio y posteriormente se hizo un vaciado denominado cera perdida.

Se armó en un lapso de dos semanas, antes de colocarlo. (Foto:Javier Ortíz/SIPSE).

Los huecos fueron rellenados con arena sílica, se derritió la cera con hornos especiales por varios días, hasta que la cera se fundió y se dejó espacio en la arena, se calentó el bronce y se hizo el vaciado.

Los detalles se hicieron a mano con esmeriles y rectificadores eléctricos de precisión. Se hicieron finalmente las secciones y se soldaron, para finalmente darle un acabado con ácidos especiales a calor. La protección final se realizó con cera candelilla para soportar el ambiente.

Aunque el bronce es eterno, dijo que su mantenimiento depende del cambio de color que registre, pues en algunos casos, con el tiempo cambia de color, por lo que se puede dar mantenimiento cada tres años. Una vez en la base piramidal, se ancló para que vayan ahogadas al concreto. Ella estuvo presente en el acto, al igual que su madre Rosa María Ponzanelli, autora de este monumento.

Elaborado en bronce, un material estable y duradero, el monumento recibe mantenimiento cada tres años, ya que con el tiempo va cambiando de color. (Foto: Javier Ortíz/SIPSE).

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