¿Eres padre malvavisco? Mira los daños que causas a tus hijos

Se trata de papás que tiene miedo al sufrimiento del niño y entonces se vuelven permisivos.

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Los padres malvavisco suelen tener entre 30 y 40 años de edad, son profesionistas y trabajan. (Excélsior)
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Agencia
Ciudad de México.- Por ser permisivos y condescendientes en la educación de sus hijos, a quienes no les ponen límites, los especialistas los definen como padres malvavisco.

En entrevista con Excélsior, la directora del Centro de Especialización en Estudios Psicológicos de la Infancia (CEEPI), Claudia Sotelo Arias, señaló: “Un padre malvavisco, ya sea la mamá, el papá o ambos, es un padre que es suave como un bombón, dulzón con los hijos, porque no tiene claros los límites.

“No representa una figura de autoridad para el niño o la niña y se le dificulta poner hábitos o incluso hacer que los hábitos se cumplan”, detalló la especialista.

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La investigadora explica que se trata de padres que tienen entre 30 y 45 años y que generalmente fueron educados dentro de esquemas muy rigurosos que no desean aplicar a sus hijos.

“Estamos hablando de padres que están tratando de modificar estos moldes cuadrados con los que fueron educados, como cuando con una sola mirada tu papá te regañaba. El problema es que se está cayendo en extremos, porque le tienen miedo al sufrimiento del niño y todo lo negocian, siendo permisivos”, advirtió la entrevistada.

Buscan ‘compensar’ a sus hijos

La sicóloga señaló que este tipo de padres son profesionistas y trabajan, por lo que buscan compensar a los hijos complaciéndolos, sin establecer una disciplina.

Si el niño no quiere comer lo que hay en casa, le compran lo que pide. Si no se quiere dormir a la hora que le corresponde, se lo permiten. No le fomentan hábitos”, señaló la directora del CEEPI.

Añade que otro error que se comete es el hecho de ponerse al nivel del niño, porque los hijos deben aprender que dentro de las familias existen jerarquías y que los padres son los responsables y son quienes cuidan y protegen a los infantes.

“Como no toleran el sufrimiento de sus hijos, siempre les dan la posibilidad de algo más. Si tienen mal comportamiento, responsabilizan a los maestros, a los abuelos o a quienes los cuidan.

Les temen a sus hijos porque le temen al enojo, al berrinche o a la reacción si les dicen que no, y esto es un error. En el niño se debe fomentar el sentimiento de frustración para poder enfrentar la vida”, indicó.

(Foto: Mundo Infantil)

Claudia Sotelo Arias señala que los padres malvavisco no tienen la conciencia de que sin disciplina y sin reglas no están educando al niño para enfrentar al mundo.

“El problema no sólo se sufrirá en el hogar, sino en la convivencia con otras personas. No se trata de ser autoritarios ni de imponer, se trata de ser una figura de autoridad siendo padres comprensivos y flexibles, sin afectar al niño”, explicó la sicóloga.

Sin tolerancia a la frustración

De acuerdo con la maestra Susana Salazar Gómora, coordinadora del CEEPI, los hijos de padres malvavisco son niños que no logran desarrollar una tolerancia a la frustración y rivalizan en la escuela o en la familia porque no están acostumbrados a recibir una negativa como respuesta.

“Son niños que van a hacer berrinche ante un no, son niños que siempre van a buscar que los padres puedan complacerlos en todo y donde estén. Son niños que dentro de la escuela no siguen normas y sin importar el grado escolar no logran trabajar con sus compañeros de clase”, detalló.

La especialista en estudios de desarrollo infantil comentó que debido a la falta de reglas y de hábitos, los niños también presentan trastornos alimenticios y del sueño.

Salazar Gómora, señala que los hijos de padres malvavisco también corren el riesgo de ser rechazados por su comportamiento en su entorno de convivencia habitual.

“Hay que poner atención: si de los tres a los ocho años el berrinche es su forma de comunicación, ya estamos hablando de un foco rojo”, advirtió.

Explica que si no se detiene este tipo de comportamiento, los hijos de padres malvavisco tendrán una adolescencia y una etapa adulta complicada.

“Cuando un niño sin capacidad de frustración llega a la adolescencia, se vuelve más agresivo y pueden hasta agredir a los maestros. Además, son jóvenes que no tienen buen rendimiento escolar constante y que son proclives a las adicciones”, concluyó.

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