Es común pensar que un día de descanso absoluto debería dejar una sensación renovada, pero muchas personas experimentan lo contrario: cansancio tras un día sin actividad física. Este fenómeno se explica por los efectos negativos que la inactividad prolongada tiene en el cuerpo y la mente.

El cuerpo humano está diseñado para moverse, por lo que largos períodos de reposo afectan negativamente los músculos, disminuyendo su masa y fuerza.

Según estudios, solo una semana de inactividad puede reducir la fuerza muscular entre un 10% y un 15%, mientras que en un mes esta pérdida alcanza hasta el 50%. Esta debilidad muscular contribuye al cansancio y sensación de agotamiento general.

Además, la falta de movimiento afecta la circulación sanguínea, disminuyendo la oxigenación de músculos y cerebro, lo que reduce el rendimiento físico y mental.

Esta baja oxigenación también puede incrementar la fatiga mental, como señala un estudio que muestra que la inactividad reduce las ondas cerebrales asociadas con el estado de alerta, generando una sensación de cansancio similar al esfuerzo prolongado, aunque sin actividad física.

¿Cómo evitar la fatiga causada por el sedentarismo?

El sedentarismo también afecta el ritmo circadiano, que regula el ciclo de sueño. La falta de actividad física y exposición a la luz natural altera estos ritmos, resultando en un sueño de menor calidad y más fatiga al día siguiente.

Para evitar esta fatiga, los expertos recomiendan incluir actividad física ligera, como caminar 20 minutos al día, realizar descansos activos, y mantener el cerebro estimulado con actividades mentales.

Además, la exposición a la luz natural y mantener una rutina estructurada pueden ayudar a regular el ritmo circadiano, mejorando el descanso y reduciendo la sensación de agotamiento.

Así, un descanso eficaz incluye tanto reposo como movimiento, ya que el equilibrio entre actividad física y mental resulta esencial para mantener una buena salud y bienestar.

(Con información de Muy Interesante)