Primeras vacunas anti COVID deben ser para gente seleccionada

Científicos proponen un método llamado “prioridad justa” para decidir quién sí y quién no se vacunará primero.

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La distribución de la vacuna contra la COVID-19 afrontará una agresiva demanda que, sin ética, dificultará el alivio de personas con menos ingresos.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha admitido nueve proyectos de vacuna en la carrera por la aprobación de un anticuerpo que detenga los contagios de COVID-19. Otras nueve candidatas están en proceso de admisión. Tras cada propuesta, existen esfuerzos científicos titánicos y millonarias inversiones. Pero toda esa gran coalición de entidades públicas y privadas no será suficiente para inmunizar masivamente al mundo.

El 31 de agosto, unos 172 países debieron informar sobre su intención de participar en el Mecanismo COVAX: la iniciativa mundial colaborativa que busca una solución segura, y de acceso equitativo, contra la enfermedad que produce el virus SARS-CoV-2. 

Hasta el momento, el mecanismo ya recaudó $1,400 millones de dólares. La meta urgente es contar con $1,000 millones de dólares más para garantizar los gastos de producción en los próximos meses.

Sin embargo, un grupo de científicos ha publicado en Science el “Modelo de Prioridad Justa” cuyo objetivo es evitar que la agresiva demanda del fármaco sólo pueda ser manejada por países ricos o aquellos en los que se ubican los laboratorios participantes y puedan aprovechar la crisis para imponer precios o condiciones distintas a las sanitarias. 

¿Qué es la prioridad justa?

Prioridad justa es un modelo que pretende asignar de manera equitativa las vacunas contra la COVID-19 a escala global. Ya que, en términos de sus creadores, “la pandemia obliga a decidir dónde se necesitan con mayor urgencia los poderes de reducción de daños por la pandemia”.

“La aceptación de este marco ético común reducirá la duplicación y el desperdicio, facilitando los esfuerzos por una distribución justa”, aseguran los 18 autores del modelo, liderados por Ezequiel J. Emmanuel, del Departamento de Ética Médica y Política de Salud de la Facultad de Medicina Perelman, de la Universidad de Pensilvania. 

¿Quiénes serán los primeros en vacunarse?

El 24 de agosto, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, afirmó que “la COVID‑19 es un desafío sanitario mundial sin precedentes que solo puede afrontarse con una cooperación sin precedentes entre los gobiernos, los investigadores, los fabricantes y los asociados multilaterales”.

El Mecanismo COVAX trabaja en la programación del financiamiento de la producción del fármaco y para aquellos países de ingresos bajos y medios bajos. 

Las propuestas de algunas naciones avanzadas en el desarrollo de sus primeras vacunas (como China y Rusia) han girado en torno a la necesidad de que los primeros en vacunarse sean las personas dedicadas a los servicios médicos, seguridad y ejército

Si bien es comprensible esa visión, ésta sigue siendo nacionalista y no significa una solución para una emergencia global.

Entonces, los autores del “Modelo de Prioridad Justa” proponen que, para una justicia distributiva, el marco ético debe tener tres valores: 

  1. Beneficiar a las personas y limitar el daño
  2. Priorizar a los desfavorecidos
  3. Igual preocupación moral

Lo anterior con base a tres premisas: “Primero, la COVID-19 mata a personas y causa daño permanente a los órganos. En segundo lugar, la pandemia daña indirectamente la salud incluso de las personas no infectadas al forzar los sistemas de atención médica (...). En tercer lugar, la pandemia ha devastado la economía mundial, provocando desempleo, declive económico, pobreza y hambruna”, explican los científicos liderados por Emmanuel. 

Así mismo, los especialistas sugieren aplicar su modelo en tres fases a fin de prevenir primeramente los daños más urgentes. Estas son:

  1. Fase 1: Son prioridad los grupos más afectados por muerte prematura.
  2. Fase 2: Son prioridad aquellos en los que la vacuna les permita reducir su pobreza.
  3. Fase 3: Son prioridad los países con tasas de transmisión más altas.

El Modelo de Prioridad Justa se suma a otras dos propuestas: una en que la OMS sugiere que los países reciban dosis proporcionales a la población; y una segunda orientada a proporcionar vacunas según el número de trabajadores de salud, la proporción de la población mayor de 65 años y el número de personas con comorbilidades en el país. 

Para los autores de esta propuesta, “economía y la salud interactúan: el empeoramiento de las condiciones económicas daña la salud y una pandemia que empeora daña la economía”. Y, por tanto, es indispensable poner en práctica compromisos multilaterales justos. 

En tanto, Rusia anunció el 4 de septiembre que su vacuna produjo anticuerpos en todos los voluntarios, por lo que prepara un ensayo a gran escala en 3,000 personas. 

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