La Gran Muralla China, uno de los monumentos más icónicos del mundo, sigue sorprendiendo a los historiadores. Un reciente hallazgo arqueológico ha revelado que un tramo conocido como la "Línea del Norte", también apodado "El muro de Genghis Khan", no se construyó con fines defensivos, como se creía, sino para controlar los movimientos de pastores nómadas y sus rebaños. 

Un equipo internacional de investigadores, apoyado en tecnología de drones y satélites, analizó esta sección de 738 kilómetros que cruza Mongolia, con pequeños tramos en China y Rusia.

Su baja altura y ubicación estratégica en terrenos planos contrastan con la imagen tradicional de las murallas defensivas.

Según el estudio, las estructuras dispuestas a intervalos de 30 kilómetros funcionaban como puntos de vigilancia y control, destinadas a regular la movilidad estacional de comunidades nómadas. 

La construcción de este tramo data de los siglos XI al XIII, durante la dinastía Khitán-Liao. Este imperio, que gobernó grandes áreas de Asia Oriental, enfrentaba el reto de equilibrar la convivencia entre comunidades sedentarias y nómadas en una región con climas extremos.

¿Cuál era el uso del tramo en la Gran Muralla China?

La muralla no solo organizaba los movimientos migratorios, sino que probablemente también servía para recaudar tributos o impuestos. 

La evidencia arqueológica, que incluye fragmentos de cerámica y herramientas, sugiere que las edificaciones no albergaban guarniciones permanentes, lo que refuerza la teoría de su uso administrativo más que militar. 

Este hallazgo desafía las narrativas tradicionales sobre la Gran Muralla, que la presentan como un símbolo de resistencia frente a invasores. La "Línea del Norte" ofrece una perspectiva más compleja: una herramienta para gestionar recursos, mantener el orden y evitar tensiones sociales. 

(Con información de Muy Interesante)