William Sierra/SIPSE
MÉRIDA, YUC.- Cada vez que se hable de hipismo en Yucatán, de una u otra manera el nombre de Joan Andrews se tiene que mencionar de manera forzosa, y es que la considerada matriarca de esta disciplina en la entidad siempre se le verá en torneo o competencia que se organice y más si entre los participantes se encuentran su familia.

Sentada en una de las mesas colocadas en la palaba del Club Hípico de Sureste, la señora Andrews no perdía detalle de las pruebas; de vez en cuando se levantaba de su silla, aplaudía, sonría con satisfacción, sobre todo cuando su nieta Tatiana Holder recorría la pista sin derribar un solo obstáculo, en la prueba de 1.25 metros.

“No hay nada más satisfactorio que el hecho de ver cómo tu familia está haciendo algo que tú igual disfrutas. Este es un deporte al que considero el  más hermoso, pues jinete y montura se conjugan en uno mismo; por ejemplo, si estás relajado, contento, el caballo así se desenvolverá; en cambio, si lo montas enojado, ese enojo se lo transmites y con seguridad te irá mal”, expresa la veterana amazona. 

Con satisfacción y a la vez orgullo recuerda cómo hace ya más de 4 décadas, lo que se inició con un grupo de entusiastas amigos, que comenzaron a promover con muchas carencias el salto ecuestre, se ha convertido en lo que es hoy una disciplina, que es orgullo de Yucatán con más de 200 jinetes de 5 hípicas.

“Mira, es bonito ver tantos jinetes de todas las edades y también organizando competencias como éstas es un orgullo. Cuando comenzamos utilizábamos caballos de los ranchos y ahora tenemos animales criados aquí de una combinación de padres pura sangre de Europa y México”, señala.

Originaria de New Haven, Connecticut, aunque se considera yucateca por adopción, insiste en que lo bello del hipismo es que se involucra toda la familia, como es su caso, en el que  su yerno Christopher Holder, su hija Wiggie Andrews de Holder y su nieta Tatiana compiten juntos.

“Lo pueden comenzar a practicar desde los 4 años de edad, y conforme se van involucrando en esta disciplina comienzan aprender la importancia de que en un momento dado, el jinete y el caballo son uno mismo y por eso lo que sienta uno se lo transmite a su montura. Es algo hermoso, que el hipismo te da”, añade.

El Dato

• A sus 87 años de edad, la que fuera cónsul de Estados Unidos tiene bastante vitalidad, e incluso, a diario disfruta lo que es montar, junto con su familia.
   
• En los próximos días viajarán todos a Roma, Italia, donde además de vacacionar su hija y nieta participarán en una competencia internacional de hipismo.