Cancún.- Todo mundo sabe que el 2 de febrero los que obtuvieron el niño en la rosca de Reyes ofrecen tamales, pero poco conocen el origen de esta celebración tan sabrosa, que gusta a todos los mexicanos. Y es que los tamales son, sin duda, uno de nuestros alimentos consentidos, especialmente por su rico y variado sabor.

En el Sureste de México los preferimos envueltos en hoja de plátano porque los comenzamos a disfrutar desde que les vamos quitando la envoltura y el aroma a trópico nos penetra por cada uno de los poros de la piel.

En el centro del país les gustan más los cobijaditos en hoja de maíz, con la masa esponajada y sabores exóticos. Por la mañana son más valorados con su atolito y de preferencia en un bolillo calientito, recién salido del horno.

Y también están los de chipilín de Chiapas, los de pescado en Veracruz y muchos más en todos los rincones de México e incluso Centroamérica.

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Sean vaporcitos o colados; de mole, rajas o dulces, lo cierto es que nos encantan los tamales que comíamos desde niños, especialmente si la madre, la tía o la abuela los preparaban para nosotros con todo su amor.

Que mejor manera entonces de iniciar el llamado “mes del amor” que saboreando el tamal o los tamales de nuestra preferencia y agradeciendo de corazón a las grandes cocineras mexicanas, que nos hayan legado este manjar digno de reyes.