El Estadio Olímpico Universitario, hogar de los Pumas de la UNAM, es un sitio lleno de historias paranormales que han circulado durante años entre sus visitantes y trabajadores.

Este recinto, con 71 años de antigüedad y catalogado como Patrimonio de la Humanidad, permanece prácticamente inalterado en su estructura, y parece que con el paso del tiempo ha acumulado más que historias deportivas.

Uno de los relatos más conocidos es el de Pedro Peñaloza Pazos, joven jugador de las fuerzas básicas de Pumas que falleció trágicamente en un accidente automovilístico en el año 2000, justo un día después de ser notificado que no formaría parte de los planes del equipo.

A pesar de su breve trayectoria, Pedro era muy querido por sus compañeros y el personal del club, y su recuerdo parece haber quedado plasmado en el estadio.

Vigilantes y trabajadores han reportado ver su figura rondando el área de vestidores, con su inconfundible gorra y bolsa de mano, especialmente en la zona de la puerta de maratón, donde siempre se persignaba al ingresar.

Historia del túnel 29

Otra leyenda inquietante se encuentra en el túnel 29, escenario de una tragedia en 1985, cuando una docena de aficionados fallecieron asfixiados durante la final entre Pumas y América.

Los encargados de la seguridad afirman que en esa área se siente una "vibra extraña", y algunos incluso han oído lamentos y voces al caer la noche.

No es la única historia de apariciones. En La Cantera, el área de entrenamiento del equipo, hay quienes aseguran haber visto la figura de una niña en el túnel de salida, y se han captado imágenes de lo que parece ser una pequeña silueta. Estos relatos han hecho que, al anochecer, pocos se atrevan a acercarse al lugar.

Estas leyendas, tan arraigadas en el Estadio Olímpico Universitario, siguen dando escalofríos a quienes las escuchan y aumentan el misterio que envuelve a uno de los estadios más icónicos de México.

(Con información de Reforma)