Poesía hecha canción en el concierto de Esquivel

En el marco del Festival de la Cultura Maya, el compositor yucateco refrenda su talento con un vaivén de sentimientos

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el compositor yucateco refrendó ante los asistentes su talento. (Milenio Novedades)
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Jaime Tetzpa/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La magia en el escenario se crea con varios elementos: luz, sonido, sombras y la inconfundible voz del cantante. Poesía hecha canción, melodía y ritmos que visten de alegría, tristeza, romanticismo y esperanza las palabras: eso y más es Sergio Esquivel.

En el marco del Festival de la Cultura Maya, el compositor yucateco refrendó ante los asistentes su talento y el reconocimiento que ha logrado a través de su trayectoria. Una de sus canciones poco conocidas, porque la acaba de componer, se titula “Paz” y habla de una nave, como el arca de Noé, en donde viajan cientos de niños yucatecos por el mundo para llevar el mensaje que el planeta necesita: paz.

Su concierto sólo duró una hora, pero en esa brevedad de tiempo brindó a los asistentes, una muestra del talento que derrocha  desde hace 45 años.

Quién no recuerda a “Luciana”, la dama que se quedó sentada como las mañanas, recogiendo fe… Y de la reflexión a la algarabía, al colorido de luz y ritmo con “México de vez en cuando”, para brincar al reconocimiento de los troveros, esos compositores que posicionaron a Yucatán en el mundo de la música como semillero de talento.

Después la fuerza interpretativa con “Alguien vendrá”, el tema que le grabó el amigo entrañable: José José. Acompañado por sólo nueve músicos, sin mayor escenografía que la gigantesca pantalla blanca que se pintaba de tonalidades azul y naranja, entre otras, el señor Esquivel hizo lo que sabe: tocar las fibras más sensibles del público asistente.

Y recordó a la tierra que lo vio nacer: Ticul, así como su sangre morena y deleitó a su público con “Soy del Sur”. En seguida, la delicadeza del amor paternal con “Caracolito”, un tema dedicado a su hija Daniela, que dejó atrás la ciudad para vivir cerca del mar. Por supuesto que la gente pedía complacencias… y los complació. No podía faltar “Un tipo como yo”, dedicada a su esposa, muchos la adoptaron para halagar a sus parejas.

El concierto inició a la hora programada y la sucesión de canciones se transformó en un vaivén de sensaciones y sentimientos.

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