Tunkul, un instrumento musical para aliviar la pobreza

En el Centro de Desarrollo Artístico de Cacao, Yucatán, crean y tocan el artefacto musical, con el cual obtienen recursos para su comunidad.

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El tunkul es empleado por las diferentes culturas indígenas del país, desde el norte hasta el sur. (Milenio)
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Emiliano Balerini Casal/Milenio
CACAO, Yucatán.- En la comisaría de Cacao, Yucatán, ubicada en el municipio de Abalá, a unos 30 minutos de Mérida, se encuentra el Centro de Desarrollo Artístico (CDA) de esa localidad, un lugar en el que 15 niños de la comunidad aprenden a hacer un instrumento: el tunkul.

Este artefacto musical —el cual puede realizarse con distintas maderas, como el cedro, la caoba y el zapote— es empleado por las diferentes culturas indígenas del país, desde el norte hasta el sur, para conmemorar distintas festividades indígenas.

Cacao es una de las comisarías más pobres de la región. Aquí viven alrededor de 250 personas. Hay 70 niños, de los cuales 15 participan en el taller de escultura y 11 en el grupo musical, que formó hace dos años el escultor yucateco Arsenio Rosado Manzanero, director del CDA.

"El tunkul se hace cortando de un árbol una caja de resonancia en forma de círculo. Después se le agregan teclas y posteriormente se afinan con diferentes notas. Los aztecas los hacían con muchos detalles. Los mayas, en cambio, los realizan de diferentes formas: con grecas y diferentes motivos", comenta en entrevista con MILENIO.

Este escultor —que ha encontrado en el trabajo con los niños un motivo de vida— tiene diez diseños registrados hechos con diversas formas: cerdos, grillos, elotes, changos y perros, entre otros. En el taller participan 15 niños. Se acercaron cuando el maestro daba clases de dibujo y pintura en los arriates de los árboles de los parques del lugar. Primero eran pequeños de cuatro o cinco años; después un poco más grandes. Se habló con sus padres y con el comisario del pueblo para crear el proyecto, y se seleccionó a los jóvenes con más capacidades, recuerda.

Entre ellos está Gaspar, de 11 años de edad, que viste de pantalón corto azul y camiseta morada. Sonríe permanentemente. Está animado. Le gusta lo que aprende en el CDA. Cree que la escultura y la música pueden ser una alternativa de vida para él y su familia.

A la hora de tocar en grupo es quien organiza a sus compañeros y es quien canta más fuerte. Junto a sus diez compañeros fue seleccionado de entre 26 jóvenes hace siete meses, para conformar el grupo Chichan Paal tu Kaay (Niños que cantan), con el cual tienen cinco melodías: cuatro en maya y una en castellano. Ya se han presentado
en distintos lugares de la República, como Cancún y el Distrito Federal.

Sin ayuda estatal

Hay tres clases a la semana, aunque a veces se reduce a una debido a que, por cuestiones de trabajo, Arsenio debe viajar permanentemente a Mérida a vender sus productos: "Se necesita mucho dinero para este tipo de proyectos. Este año no hemos recibido ningún apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ni de la Secretaría de Cultura y las Artes del estado. Es lamentable. Llevamos dos años con esta propuesta, y aunque hemos pedido ayuda y hemos tocado en diferentes lugares, nos hacen falta muchas cosas", dice.

Muchas veces, este artista debe poner de su propio dinero para la gasolina del coche o para darle de comer a los niños. Las condiciones en las que trabajan no son las óptimas: el CDA trabaja en una casa semiabandonada, con los muros descarapelados y malas condiciones para desarrollar las esculturas, explica.

Para el artista, el centro artístico tiene una importancia en la comunidad: "Cacao presenta un rezago social tanto educativa como culturalmente. Aquí atiendo problemas sociales, y trato de solucionarlos. Desgraciadamente, en lugares como estos se requiere de mucha ayuda. El futuro de nuestro país está en los niños, y si no les damos las herramientas con las que nosotros sabemos que deben contar para ser mejores mexicanos, no podremos construir una mejor nación", comenta.

Los niños que integran este proyecto no hablan maya. Entre los apoyos que se han solicitado para desarrollar un programa integral se encuentran maestros de esa lengua, así como de teatro, danza y otras disciplinas: "Nombré este lugar Centro de Desarrollo Artística porque no se trata de que sea yo el único que imparta clases a los pequeños", destaca.

Las esculturas que hacen estos niños son vendidas en cada lugar al que los invitan a participar. El precio de cada tunkul va de los 150 a los mil pesos. Los pequeños se llevan 60 por ciento de las ganancias, mientras que el resto se queda en el CDA para autofinanciarlo y para comprar materiales, menciona Rosado.

Marginación

  • En Cacao hay un total de 72 hogares; 71 tienen piso de tierra y 16 una sola habitación.
  • 59 de las viviendas tienen instalaciones sanitarias y 57 tienen luz eléctrica.
  • Ninguna vivienda tiene computadora, 21 cuentan con lavadora y 52 con una televisión.
  • Hay 33 analfabetos de 15 años; cuatro de cada diez niños de entre 6 y 14 años no asisten a la escuela.
  • 32 jóvenes no tienen ninguna escolaridad y 113 no terminaron la escuela.

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