El embalsamador de Mérida: cuando tu trabajo es embellecer a la muerte
Entre sus casos, don Luis no olvida el de una niñita que le llevaron, víctima de una enorme desgracia
Por Gonzalo Franco Peraza
MÉRIDA, Yuc.- Hay un nexo misterioso, casi mágico, imposible de explicar, entre don Luis Castillo y la Muerte.
Este técnico embalsamador robusto, de lentes, y con más de 30 años de experiencia, nos permitió entrevistarlo y conocer a fondo la delicada labor profesional que desempeña, y también nos contó las durísimas experiencias que ha afrontado y que le han cambiado la vida.
A don Luis se le han muerto personas accidentadas mientras las sostenía en sus brazos, y también ha tenido que embalsamar a una niñita que murió bajo circunstancias criminales horrendas. Al platicarnos sobre esto se le entrecortó la respiración y dejó escapar varias lágrimas. “Me entregaron una niña a la que habían acuchillado. ‘¿Por qué?’, decía yo”.
En otra ocasión debió embalsamar a un recién nacido de alrededor de 250 o 330 gramos
También nos contó cómo es que sus recurrentes pesadillas infantiles, traumáticas, a sus 10-12 años, un día por fin desaparecieron.
“Por decirte algo, yo soñaba que me encontraba en un campo de guerra, con personas destazadas. Llegó un momento en que ya no quería que entrara la noche. Hasta que me ganaba el cansancio entraba a dormir”.
Al ir a consultar a un médico por su trastorno, este le dijo: “eso que te está pasando es porque lo vas a ver”. Y en efecto, con el paso de los años, mediante los cursos que tomaba en el IMSS, comenzó a ver material de contenido fuerte, similar al que se presentaba en sus sueños, fue como una especie de regresión. Y así, al irse familiarizando con el oficio funerario, mágicamente se esfumaron sus pesadillas y su insomnio.
Respeto, no alegría
Mientras para millones de personas el Día de Muertos y el Hanal Pixán que se avecina es una fecha alegre y festiva, para don Luis se podría decir que es al revés.
Él no se dedica a recordar a los difuntos una vez al año, sino que está con ellos prácticamente los 365 días del calendario y a cualquier hora del día, y donde sea que requieran sus servicios. Además, en su labor no hay alegría sino un profundo respeto hacia las víctimas.
Pasos en general del embalsamamiento
Cuando don Luis recibe un cadáver lo primero que hace es una inspección (ver si no hay lesiones) y desinfección exterior del cuerpo con sales cuaternarias, sin alcohol, luego hace una incisión en una arteria (puede ser la carótida) y hace una transfusión del llamado fluido arterial, como conservador, es decir, para evitar la pronta descomposición.
A continuación hace la extracción del excedente. Y baña, limpia y seca el cadáver.
Finalmente lo maquilla, sobre todo a mujeres, aunque tanto para estas como para hombres el maquillaje sirve para borrar hematomas y otras marcas. “Se trata de igualar el color de la piel”.
Durante el proceso también se puede colocar una especie de pañal al difunto y se le puede rasurar y maquillar, si la familia lo pide.
Para este hombre, que creció con 10 hermanos y que de su padre campesino heredó el sagrado compromiso con el trabajo, no hay día de descanso ni vacaciones. Es jubilado y tiene familia e hijos, pero con frecuencia no los ve, pues sus amplios conocimientos profesionales hacen que sea muy requerido.
“He realizado trabajos para gente de varias partes del mundo, de Brasil, franceses, americanos…”. Incluso ha tenido casos difíciles relacionados con musulmanes, pues por su religión ellos mismos suelen realizar el aseo de los cuerpos, así que ha tenido que pedirles que confíen en él.
Al vestir los cadáveres “si hablamos de creencias, hay personas que quieren que se les quiten los botones y ponerle hilo en vez de ello, hay por ejemplo, los italianos quieren que se les ponga una moneda sobre los párpados, que salga de la bolsa de uno. En el caso de los judíos, ellos tienen una moneda específica que hay que cuidar con recelo, también va sobre los ojos”.
Don Luis nos enfatiza que lo primero es el respeto hacia los cadáveres, y que tristemente cada vez hay más personas que se dicen embalsamadores pero no hacen bien su trabajo. “Hay gente que se adorna” y que dice hacer tanato praxis, “¿qué es lo quiere decir? prácticas con el cadáver”.
Por otro lado, pese a contar con conocimientos forenses confiesa que hay que tener mucho cuidado con los cuerpos que le entregan con lesiones al embalsamador, porque ahí puede intervenir el Ministerio Público. “En caso de haber alguna duda, golpes, demás, no debemos de tocarlo (el cuerpo)”.
Además, aunque en su trabajo siempre aplica estrictas medidas sanitarias, por el Covid ha debido extremar las precauciones. Durante la pandemia no se ha contagiado. “A mí no me pegó”. Hace hincapié en que su trabajo lo hace en condiciones sanitarias óptimas porque no solo trata de protegerse él, sino a la familia del difunto o la difunta.
Es así que siempre utiliza bata azul, guantes, tapabocas y careta que le cubre todo el rostro.
Una intensa vida funeraria
Don Luis desde muy joven fue responsable de las oficinas del velatorio. “Yo fui pionero del velatorio del Seguro Social”. Y luego fue enviado por el IMSS a capacitarse como embalsamador en una academia en la Ciudad de México.
“Yo estoy trabajando en el servicio funerario a partir de 1979, 1980… invirtiendo un promedio de 16 horas diarias, siempre día y noche… de los 28 años en los que estuve sirviendo al IMSS, solo falté un día”.
Y no importa si se va la luz o si la persona a embalsamar es muy pesada o grande, porque don Luis tiene los conocimientos para adaptarse a cualquier situación.
“Mi primer embalsamado fue en México (la capital)”. Al preguntarle si se le revolvió el estómago o qué tan complicado fue ese primer caso, expresó que la academia capitalina lo preparó muy bien, porque además se incluye el aspecto psicológico.
Embalsamar un solo cuerpo depende del estado patológico. En promedio “puede llevarse hasta hora y media, dos horas todo el proceso”, en caso de una muerte natural, mientras que ha habido casos muy graves que le han tomado alrededor de 8 horas.
También cuenta que hace muchos años hubo un momento de crisis, en que se quedó don Luis como único embalsamador en la región, e incluso le traían gente de fuera para que aprendiera, como por ejemplo personal de Veracruz, pero “ahora ya cualquiera, es cuestión solamente de ir al Distrito Federal , a Tamaulipas…”, sin embargo recalca una vez más que ahora los trabajos en muchas partes se hacen con menos cuidado, “lo hacen para salir del paso”, a veces con documentos apócrifos.
Hay incluso veces en que de las funerarias le llaman a don Luis para corregir malos trabajos hechos por otros “embalsamadores”. “Hace 10, 12 años atrás estuve viendo algunos casos fuera del Estado”.
Por si fuera poco, este sencillo y laborioso hombre también sabe de soldadura, albañilería, de las artes de pesca, ha sido jefe de obras, etc.
A sus 60 años, jubilado, sabe que algún día tendrá que retirarse definitivamente, pero por lo pronto está muy ocupado. Incluso, casi al término de nuestra entrevista, recibió una llamada telefónica para ir a recibir un cuerpo.
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