Extraordinario descubrimiento de nuevas especies en cenotes de la Península de Yucatán

El descubrimiento de las especies de camarones se dio en dos cenotes cerca de Tecoh y en uno de Quintana Roo

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Una de las tres especies de camarones ciegos habita la parte del agua salada, y las otras, en el agua dulce. (Benjamín Magaña)
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MÉRIDA, Yucatán.- Investigaciones realizadas en tres cenotes en la Península de Yucatán, dos cerca de Tecoh y uno más en Quintana Roo, permitieron descubrir la existencia de tres especies de camarones ciegos, mismos que tienen comportamientos de acuerdo con la zona de agua en que se encuentren.

Dicha labor corrió a cargo de Efraín Miguel Chávez Solís, estudiante de doctorado del Posgrado en Ciencias Biológicas de la UNAM, en conjunto con los doctores Maite Mascaró y Nuno Simoes, investigadores de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias en Sisal y de la doctora Corina Solís, del Laboratorio Nacional de Espectrometría de Masas del Instituto de Física de la UNAM.

Especies de camarones ciegos descubiertas

De acuerdo con las investigaciones, se estableció que los camarones de las especies T. mitchelli, T. pearsei y T. dzilamnesis se encuentran en los cenotes Tza Itzá y Noh Mozón, de Tecoh, y Ponderosa en Quintana Roo, distribuidos en el sistema completo de estos depósitos de agua.

Dichos sistemas son el cenote (donde llega la luz solar con su influencia), la caverna (que es una zona de transición) y la cueva (en donde no llega el sol y la oscuridad es perpetua), y en ellos el tipo de agua es distinta, pues si bien en el primer sistema se trata de agua dulce, en el tercero el agua ya es marina, separada por una capa denominada haloclina, cuya salinidad cambia bruscamente.

Una de las tres especies de camarones ciegos habita la parte del agua salada, y las otras, en el agua dulce, pero de estas dos, una está en el área de cenote, y la otra en caverna.

Curiosamente, se descubrió que a pesar de ser ciegos, los camarones que habitan en la zona de penumbra total, en la cueva, solamente salen de noche, pero al no poder detectar desde esa profundidad los cambios de iluminación en el exterior, se presume que tienen algún tipo de sensor o receptor que les permite identificar cuando es de día y de noche.

“Ecológicamente, eso fue moldeado seguramente por la selección natural en términos de que si sales de día y hay peces que te van a comer, entonces modificas. En el caso de los que habitan la cueva no tienen ningún tipo de patrón de salir de día o noche”, refiere el estudio.

La especie T. mitchelli, que es una de las dos especies de agua dulce y se aloja en la caverna, muy cerca del cenote, se alimenta casi exclusivamente de material fotosintético. La otra especie, T. pearsei, también de agua dulce, localizada justo por debajo del cenote, que está presente en la cueva pero en menores densidades, principalmente en la zona de transición, complementa su alimentación, además de alimentarse de material fotosintético,  con carbono derivado de quimiosíntesis o carbono derivado del metano.

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