De 'universidades del crimen' a penales de primer mundo

Los internos tienen oportunidades reales de inserción social: elaboran juguetes y uniformes escolares, y reciben un 'salario'.

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Los reos de las prisiones de Chihuahua elaboran sus alimentos en cocinas y panaderías que ellos mismos manejan. (Imagen: Proceso)
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Rubén Mosso/Milenio
CHIHUAHUA, Chih.- De ser el estado con las prisiones más violentas de América Latina, donde los internos gobernaban, dirigían matanzas y procesaban la droga que se vendía al exterior, hoy Chihuahua es la única entidad con 'centros penitenciarios modelo', que cuentan con certificación y reconocimiento del Departamento de Estado de Estados Unidos.

Sus cárceles “son las más equipadas, modernas y seguras” no solo del país, sino del continente americano, pues siete de sus ocho centros penitenciaros cuentan con la certificación a ciento por ciento por parte de la Asociación de Correccionales Americanas (ACA por sus siglas en inglés), la cual trabaja para la Embajada de EU como parte de la Iniciativa Mérida.

En penales de Chihuahua fallecieron más de 200 personas, entre reos, custodios y oficiales en el año 2010

Milenio realizó un recorrido por cinco prisiones del estado -ubicadas en los municipios de Aquiles Serdán, Ciudad Cuauhtémoc, Ciudad Juárez y la capital-, donde se constató que a diferencia de otras penitenciarías, las únicas personas que pueden tener contacto con los internos son únicamente sus padres, esposas e hijos.

La restricción forma parte de las medidas de seguridad, similares a las que se aplican en otras partes del mundo.

Eduardo Guerrero Durán, director de la Fiscalía Especializada en Ejecución de Penas y Medidas Judiciales del estado, dijo que hace tres años y medio, a la llegada de César Duarte como gobernador, se encontraron con un sistema penitenciario “devastado” y “universidades del crimen”.

“Empezamos a trabajar en un proceso de reingeniería, (porque) encontramos un sistema penitenciario totalmente devastado, donde el control lo ejercían los internos en todos los penales del estado”. En esos lugares, agregó, operaban palenques, table dances y pistas de carreras para caballos.

La cárcel municipal de Ciudad Juárez era considerada la más violenta de América Latina, y el 'mayor picadero del país', pues ahí se enviaba la droga, donde era procesada para su venta al exterior.

Para recuperar el control de estas cárceles, el gobierno estatal invirtió más de 100 millones de pesos. El resultado, detalló Guerrero Durán, es que hoy solo impera la disciplina y los policías que vigilan a reos no tienen la necesidad de usar armas de fuego.

'Universidades del crimen'

Hace unos meses, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, reconoció que el control de estos centros penitenciarios tuvo un impacto hacia el exterior, porque permitió la disminución de la violencia y del crimen organizado. En casi tres años, abundó, los homicidios disminuyeron 41.3 por ciento y descendieron los crímenes en Ciudad Juárez y en la capital.

Estas cárceles que funcionaban como “universidades del crimen”, hoy cuentan con personal certificado, hospitales, quirófanos y laboratorios para realizar exámenes médicos; tienen a personal especializado en distintas áreas de la medicina para una mejor atención de los reos o para dar servicio ante cualquier contingencia que se presente en alguna de las comunidades cercanas.

Asimismo, cuentan con sus propias escuelas para que los internos tengan mejores oportunidades de reinserción a la sociedad cuando cumplan sus sentencias.

Chihuahua no tiene necesidad de que alguna empresa alimente a sus reos, pues sus cárceles cuentan con sus propias cocinas y panaderías, que son manejadas por los presos.

Hoy es común ver a sicarios, secuestradores, extorsionadores, violadores, traficantes de drogas y homicidas, como los principales maquiladores de ropa para escuelas primarias; pelan nuez para su venta en el país y surten de muebles y ataúdes a empresas y funerarias de la entidad.

También fabrican juguetes de madera que después son entregados al DIF estatal para llevarlos a los niños de bajos recursos.

Tarjeta de crédito

Los reos reciben ganancias por su trabajo, que pueden ir de los 300 a los mil 500 pesos semanalmente; una parte de su salario es para la manutención de su familia; otra para la reparación del daño que causaron a sus víctimas y el resto para su sustento en prisión.

No manejan dinero, pues a cada uno se le dota de una tarjeta, similar a una de crédito, en la cual se le deposita su salario; para evitar el mal uso de los plásticos, todas tienen la huella digital del reo, que es cotejada a través de un escáner cuando llegan a la tienda de la prisión para comprar.

A diferencia de otros estados, el gobierno chihuahuense decidió crear módulos especiales para secuestradores, extorsionadores e integrantes del crimen organizado, a fin de evitar que las experiencias delictivas de unos sirvan de ejemplo a otros.

Los Centros de Readaptación Social se conforman con personal joven, ya que se recluta a universitarios que tienen la intención de impulsar un verdadero cambio en su entidad. Un ejemplo de ello es Luz María Vargas Zamarrón, de 28 años, quien asumió la dirección del penal varonil número 7 en Ciudad Cuauhtémoc, el cual se localiza a más de una hora de la capital.

En dicha prisión se encuentran personas acusadas de violación, homicidio y delitos contra la salud, donde hay tarahumaras acusados de abusar de menores.

Las cifras

Antes de que se tomara el control de las prisiones en Chihuahua, en 2010 se registraron 12 motines y 189 riñas, donde fallecieron 216  personas entre reos, custodios, oficiales y comandantes, además de que hubo tres fugas.

Un año después se presentaron dos motines y 36 riñas, que dejaron un saldo de 34 muertos, y se suscitaron 17 fugas. En 2013 ocurrieron tres riñas que dejaron un fallecido; y en lo que va del presente año solo se ha presentado una riña, con una víctima fatal.

Guerrero Durán aseguró que hoy el país sufre una “crisis” penitenciaria, debido a que no existe una política para reorientar los esfuerzos que deben hacer cada una de las entidades.

“Hoy tenemos un sistema penitenciario nacional que carece de infraestructura jurídica, que les dé certeza de recursos y una verdadera oportunidad de reinserción social para los internos”, pues aún se ejerce con el sistema que operaba hace 40 años.

La fórmula que ha dado resultados exitosos a Chihuahua, abundó, es que existe una voluntad política para hacer un verdadero proceso de transformación.

La buena marcha se debe a que también, agregó, se tomó lo mejor de los modelos de países como Chile y Suiza, que se “tropicalizaron” para un mejor funcionamiento de las cárceles.

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