Así oraba Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe

El contenido de esta oración lo dedicó Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe durante su primera visita a México, en enero de 1979.

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Foto: Internet
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Ciudad de México.- Impresionado por el cariño de los mexicanos hacia Guadalupe, Juan Pablo II decidió encomendar su pontificado a la Virgen del Tepeyac. Corría el mes de enero de 1979. El Obispo de Roma llevaba escasos 100 días habitando el Palacio Apostólico, había iniciado el primer viaje fuera de Italia y en su mente comenzó a perfilarse la siguiente oración, dedicada íntegramente a la Virgen Morena.

 

Oración de San Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe

 

¡Oh Virgen de Inmaculada,

Madre del verdadero Dios y Madre de Iglesia!

Tú, que desde este lugar manifiestas

tu clemencia y tu compasión

a todos los que solicitan tu amparo;

escucha la oración que con filial confianza te dirigimos,

y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

 

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso,

a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores,

te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,

nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

 

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos;

ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado,

Señora y Madre nuestra.

 

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino

De una plena fidelidad a Jesucristo a su Iglesia:

No nos sueltes de tu mano amorosa.

 

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos

Los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos

de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios

y a las almas.

 

Contempla esta inmensa mies,

e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios,

y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos,

fuertes en la fe y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

 

Concede a nuestros hogares

la gracia de amar y de respetar la vida que comienza

con el mismo amor con el que concebiste en tu seno

la vida del Hijo de Dios.

Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias,

Para que estén muy unidas, y bendice a la educación de nuestros hijos.

 

Esperanza nuestra, míranos con compasión,

Enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos

a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestra culpas

y pecados en el sacramento de la Penitencia,

que trae sosiego al alma.

 

Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos, 

Que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.

 

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia,

Con nuestros corazones libres de mal y de odios,

Podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,

que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,

que con Dios Padre y con el Espíritu Santo,

vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Amén

 

Juan Pablo II

 

México, enero de 1979

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