Chiapas: habitantes de Tila huyen de la muerte a manos del crimen organizado

Tras robar vehículos y armas del ejército, sicarios buscaron a los jóvenes para sumarlos a sus filas.

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Chiapas: habitantes de Tila huyen de la muerte a manos del crimen organizado. (Foto: Reforma)
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Al término de la celebración del Corpus Christi y cuando algunos peregrinos aún entraban a la iglesia de San Mateo, en Tila, hombres con armas largas, en vehículos blancos y a bordo de carros del Ejército, soltaron balazos al aire el pasado 4 de junio en ese municipio chiapaneco limítrofe con Tabasco.

Tres días después, esos mismos sicarios mataron a pobladores, incendiaron casas y negocios, violaron a mujeres y obligaron al desplazamiento de más de cuatro mil personas de origen indígena chol.

Las camionetas con pistoleros a bordo se enfilaron una tras otra durante los primeros días de violencia como para mostrar poder, dice una pobladora ahora desplazada que llegó a la cabecera de Yajalón, Chiapas; en busca de resguardo.

Algunos de los encapuchados llevaban en la cintura radios de comunicación en los que recibían los nombres de las personas a las que debían asesinar, acusaron desplazados de Tila, municipio ubicado a unos 230 kilómetros de distancia de Tuxtla Gutiérrez.

"Dijeron mi nombre, yo lo escuché, lo dijeron en la radio de comunicación que yo tengo para oír lo que dicen",

agrega otra persona desplazada.

A plena luz del día, los hombres armados que días antes robaron las armas y los vehículos del Ejército tomaron las bocinas del pueblo y vocearon que todo joven debía presentarse con ellos para unirse a las actividades criminales.

"Al escuchar esto, con mi hijo de 16 años nos fuimos atrás de la casa, y nos aventamos desde la barda para fuera, para huir y escondernos en otra casa, por el miedo a que se llevaron a mi muchacho; tengo lastimada mi cara, rasguñada mi brazos y tobillos de cuando caí al saltar la barda",

señala una de las víctimas.

Al cabo de varias horas, muchos de los pobladores ahora desplazados que hablaron con Grupo Reforma narraron que estuvieron en cautiverio, incluso en una casa había hasta con cuatro familias. Hubo quien contó que se escondió en una cueva que encontró a su paso.

"En silencio, así estuvimos por dos días, acurrucados frente a un botellón de agua; ya teníamos hambre pero nos daba miedo salir por comida, nos agarramos de las manos, y les dije si nos matan así nos van a encontrar agarraditos de las manos. Pido ayuda, fue un infierno lo que vivimos",

dice una joven madre que habla chol y cuyo marido se quedó en Tila cuidando la casa de tierra que construyeron juntos.

Refugiados temen volver a Tila

Nadie quiere volver a Tila bajo las condiciones de lo que parecer ser narcoviolencia.

El desplazamiento inició desde la semana pasada y hasta ayer siguieron llegando víctimas. Mary es una de ellas, una corazonada le dijo que desde los primeros días de violencia bañara a sus dos perritos para que cuando dejaran el pueblo los animalitos fueran limpios.

A este albergue, ubicado a media hora de distancia de Tila, no sólo llega ropa, también víveres y alimentos para perros.

Dicen los médicos que atienden a los desplazados que la mayoría de los pobladores de Tila padece crisis nerviosa, ansiedad, tristeza, diarreas y enfermedades respiratorias.

La presidenta del DIF, Erika Utrilla Constantino, dijo que en este lugar hay al menos mil 500 mil personas, mientras que en el Cedeco también se abrió un refugio en el que hay unos dos mil 500 desplazados.

"También la iglesia de Santiago Apóstol tiene un albergue y personas de buen corazón traen víveres para poder apoyar",

señala un voluntario.

Todos se desplazaron y el pueblo está en silencio.

Aunque no hay un número oficial de cuántas personas dejaron Tila, de los 15  mil habitantes en el pueblo, en Petalcingo, a 15 minutos de distancia, se juntó otro grupo de víctimas. La explanada está resguardada por elementos del Ejército.

(Con información de Reforma)

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