Crónicas urbanas: 'El Rey Peatón' en la selva

En la Ciudad de México hay varios atropellados al día, de ahí que hayan surgido activistas que defienden a los viandantes.

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En la Ciudad de México el mayor número de muertes es por problemas de tránsito. (Milenio Novedades)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- El peatón parece un huérfano en un mundo de asfalto, láminas rodantes y banquetas obstruidas.

En la Ciudad de México, con más de 4 millones de automóviles en las calles, 14 mil de los cuales se involucran en accidentes cada año y donde la mayoría de los afectados son viandantes, ya se vislumbran grupos y personajes que abanderan luchas a favor de los de a pie.

Entre ellos, Peatónito, un enmascarado que regaña a los automovilistas arbitrarios, y Rey Peatón, simbolizado por Roberto Remes, consultor en movilidad y promotor de novedosos íconos sobre las calles.

Y entonces surgió la Liga Peatonal, una red de colectivos, integrada, entre otros, por el propio Remes, quien inició su labor hace dos años, de manera concreta en la delegación Miguel Hidalgo, donde, armado de plantillas, dibuja  figuras de peatones, cual majestades,  en franjas reservadas para éstos, mismas que en muchas ocasiones son invadidas por automovilistas. Rey Peatón, detalla, “nace en la búsqueda de un símbolo que represente la importancia del peatón en la ciudad”.

—¿El peatón como rey?

—El peatón es una persona que se mueve por la ciudad —responde Remes—, por lo tanto debe ser el rey antes que una máquina; estamos acostumbrados a una sociedad en la que el rey es el automóvil, por lo que hay que invertir ese concepto y hablar de que el rey de la movilidad es el peatón.

Y, sin embargo, parece que el rey de esta selva es el automotor, que no solo invade espacios peatonales, sino para minusválidos, banquetas y otras áreas, e incluso algunos del volante se molestarán porque cambió el semáforo en rojo, para luego gruñir y golpear el cláxon, y sacudir el volante y otra vez resoplar en calles de una ciudad donde la infraestructura ya de por sí es poco favorable para el peatón y zonas que no son propicias ni para las propias máquinas.

En medio de ellos hay “una gran cantidad de gente”, dice Remes, que debe caminar porque no tiene dinero o porque vive cerca de la zona o porque solo quiere cruzar o porque abordará su transporte, o para llevar a sus hijos a la escuela, o porque camina por muchas razones, y encima, además, encontrará banquetas angostas y vehículos estacionados en batería, pegados a las paredes, o descargando mercancía o invadiendo, otra vez, rampas exclusivas.

Eso y más.

—Y actitudes prepotentes de algunos automovilistas —añade Rey Peatón—, lo suficiente para vulnerar la integridad física y para humillar; y está el automovilista que incluso llega a gritar, “apúrate, ¿no?, no tengo tu tiempo”, cuando el peatón va cruzando a un ritmo normal, de unos cinco kilómetros por hora, y entonces ahí vamos, mientras el otro quiere ir a 100 por hora…

—En la Ciudad de México —se le comenta a Remes, consultor en movilidad— el mayor número de muertes es por problemas de tránsito.

—Sí, y también por enfermedades cardiovasculares o vinculadas con el sobrepeso por sedentarismo. Y no solo estamos hablando de un tema de salud pública y de movilidad, sino del disfrute de la ciudad y la actividad comercial, porque una ciudad que tiene peatones es una ciudad que tiene comercio más activo.

En la Ciudad de México hay varios cruceros donde el peatón se convierte en una especie de rehén, como ocurre en Eje 1 Norte e Insurgentes, un espacio en el que todo tipo de automotores compite por cruzar, pues convergen dos líneas del Metrobús, la estación del Metro Buenavista y la del Tren Suburbano, que al día mueve 200 mil pasajeros de municipios mexiquenses.

—Por ejemplo —comenta Roberto Remes, luego de ponerse a contar las esquinas y camellones en el crucero de División del Norte y Coyoacán—, aquí se necesitarían 20 semáforos peatonales, pero no hay ninguno.

—Hay otros cruceros peligrosos…

—Lo que aquí ayuda —comenta este hombre, que ejemplifica con Berlín, donde estuvo en 2006, que tiene semáforos peatonales— es que es relativamente baja la cantidad de peatones que cruza en cada cambio de semáforo, pero si nos vamos a donde hay todo tipo de coches, como en Fray Servando, avenida Chapultepec, la México-Tacuba o avenida Revolución, ahí tenemos la mayor cantidad de accidentes, al mismo tiempo se concentran distintos trazos viales, lo que eleva mucho la peligrosidad. Tenemos ciudades más estresadas, peatones vulnerados, accidentados, muertos, algo así como un atropellado cada dos horas…

—¿Le falta conciencia al automovilista?

—Sí, pero también falta que estructuremos los incentivos adecuados porque cualquiera me dirá: haber, voy a ceder el paso y voy a ser muy estricto, como si estuviera en Canadá, en Suiza, la ciudad desarrollada que me pongas, pero el de atrás me va a estar tocando el cláxon, me va a rebasar por la derecha, le va a aventar la lámina al que yo le cedí el paso. Eventualmente cederé el paso y ¿si el otro no, y se confunden y lo atropella? Necesitamos que todos hagamos el cambio.

—¿Y la Ley de Movilidad de la Ciudad de México?

—La Ley de Movilidad son buenas intenciones.  Hay un fondo que se crea, pero en sí no genera una política que transforme sistemáticamente cruceros como éste;  sí habla de una pirámide de la movilidad, donde el peatón está en la cima, pero la Ley de Movilidad es de risa.

—¿Y entonces el gobierno no tiene un plan para beneficiar al peatón?

—Sé que el gobierno de la ciudad tiene planes puntuales, ¿pero de qué manera logramos que esto no solo se quede en el Centro Histórico? Porque la mayoría de las intervenciones se han quedado en el Centro Histórico y alrededores. Se necesita un plan y una inversión sistemáticos y también que haya un cambio en la policía. Si dejamos que toda la ciudad esté llena de automóviles sobre la banqueta, no hay una política a favor del peatón.

El pasado fin de semana, durante tres días, se realizó en la ciudad de Pachuca, Hidalgo, el primer Congreso Nacional de Peatones, organizado por la Liga Peatonal, una red de colectivos ciudadanos “que surge de la necesidad de generar un cambio en nuestras ciudades, en nuestra cultura; de socializar ideas, de romper paradigmas y de voltear hacia las personas, de generar conciencia sobre nuestra naturaleza peatonal”, describió Claudina de Gives, una de las participantes.

Es el reto en una ciudad, la de México,  donde todos, finalmente, somos peatones, incluso en algún momento los que siempre van tras el volante. Porque el viandante de siempre, siempre quedará atrapado.

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