De no creer en el Covid, a vivir obligadamente con un tanque de oxígeno: relato

Gabriel tiene 65 años y es uno de los miles de habitantes que no dejó de ir a trabajar durante la crisis sanitaria. Ahora lleva siempre consigo un tanque de oxígeno.

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Sí me consideraba esa gente incrédula, pero sí andaba con reservas. Yo también me creía incrédulo, ya vi, ya lo viví, relata el sobreviviente a la infección de Wuhan. [Foto: Pixabay]
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Alejandro León 

MÉXICO.- Gabriel no creía en la existencia del Covid-19. Ahora, camina cansino por las calles de la CDMX y Edomex, mientras jala un tanque de oxígeno que utiliza por los estragos que le dejó el virus. 

Tiene 65 años y es uno de los miles de habitantes que no dejó de ir a trabajar durante la crisis sanitaria.

Labora en una oficina gubernamental, donde manipula mensajería que llega de consulados y embajadas. Un médico le explicó que en ese lugar pudo contagiarse.

Después, se enteró que su esposa Silvia era portadora del virus. Ambos fueron internados, de manera simultánea, en el Hospital General Regional Número 72 del IMSS.

Silvia estuvo hospitalizada dos semanas, la sensación que le dejó el virus es la de no poder respirar y consideró que no es equiparable con ninguna otra enfermedad que haya padecido.

Pero Gabriel estuvo internado mes y medio y, al igual que su esposa, su sistema respiratorio estaba conectado a un tanque de oxígeno

En su estancia en el hospital, tuvo insuficiencia respiratoria e incluso él mismo se daba pocas esperanzas de librar la batalla.

"(Gabriel decía) que el virus no existía más bien, que porque se oían comentarios de que era algo ficticio.

"Como él se tardó más en salir de estar hospitalizado, mucha tristeza, porque pensó que ya no salía", narró Silvia.

Hace aproximadamente mes y medio, Gabriel fue dado de alta del hospital.

Mejor sí hagan caso, dice Gabriel   

Ahora se recupera en casa, pero cuando debe salir a la calle, caminar le genera fatiga y debe llevar consigo un tanque de oxígeno para estabilizar su respiración.

La familia es vecina de La Quebrada, en Cuautitlán Izcalli. El miércoles, ambos fueron a hacer un trámite al trabajo de Gabriel, motivo por el que utilizaron el Tren Suburbano y el Metrobús.

Para aliviar el cansancio, se sentaron en el Hemiciclo a Juárez, en la Alameda Central, para que Gabriel utilizara por media hora el tanque de oxígeno. 

"Sí me consideraba esa gente incrédula, pero sí andaba con reservas. Yo también me creía incrédulo, ya vi, ya lo viví, mejor sí hagan caso", dice Gabriel.

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