Marihuana, el debate ineludible

Aunque es una droga blanda y relativamente barata, es la que mayores ingresos proporciona a los cárteles mexicanos porque es la más consumida.

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Ya 18 estados han aprobado la llamada "cannabis médica". (Agencias)
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Fernando Belaunzarán*/Agencia Reforma
MÉXICO, D.F.- ¿Tiene sentido mantener la actual estrategia de combate frontal al narcotráfico, con los elevados costos en todos los órdenes que conlleva, para tratar de evitar que ingrese a Estados Unidos una sustancia que en dicho país se permite producir, procesar, distribuir, vender y consumir?

La marihuana es una droga blanda y relativamente barata, pero es la que mayores ingresos proporciona a los cárteles mexicanos, debido a que es la más consumida en Estados Unidos y en México y en el mundo. De ahí que además del fuerte peso económico que representa, la regulación de la cannabis implica necesariamente un cambio en el paradigma prohibicionista que desde hace un siglo comenzó a implementarse y en las últimas cuatro décadas se escaló al grado de volverla una encomienda militar.

Nuestro vecino y principal consumidor de las drogas producidas o trasladadas por y a través de México mantiene una posición intransigente frente al resto del mundo en lo que se refiere a flexibilizar la prohibición, pero en su interior ésta se ha venido dando de manera creciente.

Ya 18 estados han aprobado la llamada "cannabis médica" que, aunque significa en los hechos una legalización de facto, diluye su impacto político detrás del eufemismo. Pero los recientes plebiscitos que establecen en Washington y Colorado el uso de la marihuana con fines "recreativos" representan un salto cualitativo en ese proceso que no se puede pasar por alto.

La prohibición y la dinámica punitiva han sido incapaces de disminuir el consumo de drogas y, por lo mismo, de reducir las inmensas ganancias ligadas a un mercado negro que no resiente las detenciones o muertes de los grandes capos.

La industria es pujante y no ha dejado de crecer. Nuestro país ha padecido más que nadie el fracaso de esa estrategia, en virtud de su enorme frontera con Estados Unidos.

Por eso sería un enorme y trágico sinsentido que México, en lugar de sumarse a los países de la región que demandan un cambio de paradigma, asumiera la posición norteamericana de mantener el actual modelo prohibicionista, aunque ellos no lo lleven a cabo dentro de su territorio.

Sería un esquirolaje inexplicable y masoquista que no puede expiarse con filípicas morales inocuas en contra de la doble moral de la nación que inventó la "guerra contra las drogas".

Da la impresión que los prohibicionistas no han dimensionado su derrota cultural. No han sido gobiernos, políticos o grupos económicos los que han decidido en Estados Unidos regular la cannabis. Fue el voto popular el que resolvió la cuestión.

Buena parte de la sociedad norteamericana ya no comparte sus prejuicios. Es notable la apología al consumo de la marihuana en series de gran audiencia en la Unión Americana y en no pocas películas taquilleras.

Por ello parece imposible que emprendan el camino de regreso. En lugar de aferrarse a un paradigma en bancarrota, México debiera ser protagonista en la búsqueda de la alternativa. Le va, literalmente, la vida en ello.

La iniciativa que presenté el jueves pasado busca precisamente detonar el debate para implementar una estrategia distinta que debe impulsarse, al menos, a nivel regional. Quitarle el lucrativo mercado al crimen y promover el ejercicio responsable de la libertad.

Los recursos que se obtengan por concepto de licencias, derechos e impuestos en la producción, procesamiento, distribución, venta y consumo de la cannabis se irían a financiar un programa nacional de prevención y tratamiento de adicciones. Es mejor y más efectiva la educación que la represión.

Se ha generado un escenario muy favorable para plantear la revisión del paradigma prohibicionista, mismo que no se debe desaprovechar. 60 mil muertos es cifra de una guerra civil y el Estado ha sido infiltrado hasta en sus niveles más altos. Aunque sean valores que suelen enfrentarse, la libertad y la seguridad ahora van de la mano en la búsqueda de una alternativa y el Congreso mexicano no puede soslayar su responsabilidad.

(*El autor es diputado federal del PRD)

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