Navajas, silbatos y linternas, las armas policiacas en Tlaquiltenango

Luego de que el alcalde desconociera el mando único, la policía municipal fue desarmada, además de que no cuentan con patrullas ni motocicletas.

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Los uniformados están en medio de un conflicto de mandos. (Héctor Téllez/Milenio)
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Érika Flores/Milenio
TLAQUILTENANGO, Morelos.- En Tlaquiltenango, Morelos, un promedio de 60 policías desempeñaron sus labores preventivas y de tránsito armados con silbatos, navajas personales, linternas y radios; un afortunado encontró un bastón policial. Es la primera vez en su vida laboral que no llevan armas cortas, largas, motocicletas ni patrullas. 

“El domingo, cuando llegué a la base Cantora, me di cuenta que no había armamento. Esperemos en Dios que no pase nada y si pasa, veremos qué acción tomar”, dijo Enrique Tapia, policía de tránsito con 11 años de antigüedad.

En realidad toda la corporación está sorprendida, tras la confrontación entre el alcalde petista Mauricio Rodríguez, quien desconoció la autoridad de Alberto Capella, titular del Mando Único Morelense. Rodríguez relevó a Pedro Rosas, titular de la corporación nombrado por Capella, y lo sustituyó por Herminio García, subdirector de la corporación. En respuesta, Capella desarmó a los policías y presentó una denuncia de hechos ante la PGR.

“Pues mire, ora sí que nosotros somos neutrales, no nos inmiscuimos ni metemos en los asuntos de los mandos. No sabemos por qué nos quitaron patrullas y armamento, pero así como estamos no tenemos por qué dejar de ir a los auxilios que sucedan, afortunadamente solo ha habido riñas familiares o coches con percances pequeños que se arreglan en el lugar”, explicó el policía preventivo Jesús Martínez.

“No nos han dado alguna explicación ni información, no sabemos si seguimos en el mando único o regresamos a policía municipal”, señaló el oficial Tapia, mientras sigue trabajando con el moderado tránsito en esta localidad de aproximadamente 30 mil habitantes, cercana Guerrero.

“No me dan la cara”

En el módulo de vigilancia de Mezquite, Rosas escucha la radio de la corporación y revisa los partes informativos escritos a mano. Allí lo asignó su nuevo jefe, García. 

“El señor no me ha dado la cara a mí. Tampoco el alcalde ni el síndico”, señala. 

“Estuve a cargo de la corporación desde el 15 de julio hasta el pasado jueves, cuando el alcalde llegó acompañado de un cabildo, el contralor municipal, el titular de Recursos Humanos y el director de asuntos internos, Luciano Fuentes. Luego informó al personal que a partir de esa fecha el señor Herminio sería el nuevo titular, porque así lo había decidido”.

Capella no estuvo presente. “A la fecha no me han dicho el motivo por el cuál me removieron, nunca platicaron conmigo, el alcalde solo llegó, habló y se fue”.

En Tlaquiltenango los delitos más frecuentes son robo a casa habitación, a comercio y abigeato. Rosas afirmó que 148 días de mando único los delitos bajaron 40 por ciento. También recibieron tres patrullas extra, porque solo había dos; los dotaron de armamento, uniformes, gasolina y bonos extra al salario. Además, hubo capacitación en los cuarteles de Alpuyeca y Acapantzingo.

“Hicimos operativos y puntos de revisión, patrullaje coordinado con municipios de la zona surponiente correspondiente a la Región V, entrábamos a las rancherías, porque nos reportaban que había gente armadas, y ahora no se puede hacer”, dijo.

Milenio buscó al alcalde en su oficina y domicilio, pero no fue posible localizarlo, incluso cambió su número celular. También buscó al nuevo titular de la SSP, pero los policías de guardia negaron su presencia en la base.

“El alcalde nunca está”

Los habitantes de Tlaquiltenango aseguran que el alcalde petista fue impuesto por la anterior administración a cargo del perredista Jorge Martínez Urioso. Señalan que aunque Rodríguez nació allí, acababa de regresar de Estados Unidos, cuando se convirtió en candidato. Por eso, cuando ganó las elecciones lo buscaron durante tres meses para conocer su plan de trabajo, pero él solo respondió con largas.

Inconforme, Petra Flores, habitante de la comunidad de Chacampalco, expuso su queja: “Llevamos seis años sin alumbrado público, hemos metido escritos y ni nos contestan. Hemos pedido recorridos de seguridad, porque sin luz tenemos mucha inseguridad, nos roban los tinacos, los cables de luz. Pero nos dicen que las patrullas están descompuestas, que a veces no pueden ir porque no hay. Entonces ya ni venimos a ver al presidente municipal, porque ¿para qué lo molestamos, verdad?”.  

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