Reos ingeniosos crean armas ¡con huesos de pollo!

Las autoridades han encontrado miles de objetos punzocortantes realizados con materiales que los prisioneros encuentran ahí mismo.

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Los internos roban fierros y trozos de vidrio que encuentran en las instalaciones de los penales del Distrito Federal. (Milenio)
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Agencias
MÉXICO, D.F.- El ingenio combinado con el ocio y la necesidad de defenderse dentro de la prisión hace que los internos fabriquen armas hasta con huesos de pollo, trozos de plástico y de madera.

En 2013, por ejemplo, autoridades de la Dirección de Seguridad Penitenciaria decomisaron 5 mil 13 objetos punzocortantes. De enero al 30 de abril pasado sumaron mil 535 armas blancas.

En los reclusorios varoniles Norte, Oriente y Sur se hallaron más de 50 por ciento de las puntas incautadas. En los operativos, los custodios encontraron mil 763 en el primero, 912 en el segundo y 672 en el tercero, cita Milenio.

En la penitenciaría de Santa Martha se decomisaron 577, en el Centro Varonil de Readaptación Social 806 y en los anexos Oriente y Norte 93.

Para las autoridades fue extraño hallar 155 armas blancas en el módulo de seguridad conocido como Diamante, donde la vigilancia es permanente, hay cámaras de circuito cerrado y los custodios están cerca de los reos.

Ahí hay internos de alta peligrosidad que cumplen sentencias por secuestro, que lideraron bandas organizadas que operaban desde prisión extorsiones telefónicas o los 24 hombres sujetos a proceso penal por el homicidio de 13 jóvenes en el bar Heaven.

Las mujeres también guardan armas de esta naturaleza. En el reclusorio femenil de Tepepan encontraron ocho puntas, mientras en la cárcel de Santa Martha contabilizaron 26.

Raspando el piso

La normatividad que rige los centros penitenciarios de la ciudad prohíbe la introducción de cualquier arma, pero la necesidad de sentirse protegido o de delinquir ejercita la imaginación de los reclusos.

De esta forma transforman en armas los huesos del pollo que al menos una vez a la semana proporciona la Subsecretaría de Sistema Penitenciario en su dieta. Con calma, a escondidas, comienzan a rasparlos en el piso.

Le dan forma puntiaguda y, para tener un sostén o mango, colocan hilo, cinta adhesiva o algún plástico en un extremo. Este mismo procediendo se hace con trozos de madera o plástico que los reos obtienen de los utensilios de cocina, botes de basura o desperdicios de los talleres de carpintería.

En esas zonas de los penales también es fácil conseguir pedazos de alambrón. Con la misma técnica, los reclusos liman una de las puntas y en el extremo contrario hacen un gancho.

Por otra parte, los internos roban parte de la cancelería de los centros de reclusión, incluidas protecciones y trozos de vidrio. Los fierros son tallados en el piso, limados con una segueta y, en su caso, se realizan varios cortes en forma de zigzag.

“Todas las puntas son peligrosas, pero la que tiene varios picos es mortal, porque al momento de introducirla y después retirarla, desgarra los órganos”, explica un elemento de seguridad.

Asaltos en la cárcel

Alejandro Isai ingresó al Reclusorio Sur por homicidio, aun cuando alegó ser inocente. Su personalidad introvertida lo mantuvo alejado de problemas los primeros meses hasta que fue víctima de varios robos.

Apostados sobre el llamado kilómetro (pasillo que da acceso a los dormitorios), los reincidentes están atentos al paso de los internos que son visitados por su familia. Ahí, resguardados en las columnas, salen al paso de sus víctimas.

Con el puñal bajo la manga obligan a entregar dinero, comida, ropa e incluso zapatos o cobijas. Alejandro padeció asaltos dentro de la cárcel, ante la mirada de otros reos que, simplemente, no intervienen.

Cansado, el joven compró una navaja 007 y un puñal, con el que hirió a un preso cuando quiso agredirlo durante una trifulca.

“Siempre dije que no maté a nadie, pero como están las cosas aquí, tuve que defenderme y ahora sí soy homicida”, se lee en su declaración ministerial.

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